(Un texto de Ixone Díaz Landaluce en el XLSemanal del 12 de
marzo de 2017)
Con una goma y una cámara revolucionó la fotografía de
acción. Solo tiene 42 años y su vida ya da para una película. Se arruinó
con 24 años, con 27 cambió para siempre los deportes de riesgo y pocos dudan de
que, tras sus problemas de 2016, volverá a dar sorpresas.
El primer modelo fue muy rudimentario: una cámara analógica
de 35 milímetros atada con una goma a su muñeca. Nick Woodman estaba a punto de
emprender un viaje de cinco meses a Australia e Indonesia y quería documentar
sus hazañas sobre las mejores olas del mundo. El surf era su pasión y gracias a
ella Nick Woodman tuvo su epifanía: solo los surfistas profesionales tenían
fotos o vídeos de sus mejores momentos sobre la tabla. Para el resto,
documentarlos era una pesadilla logística. Así es como Woodman alumbró GoPro, la cámara de acción para
amantes de los deportes de aventura que puede instalarse en
tablas de surf, cascos de snowboard o
bicicletas y que se ha convertido en un fenómeno superventas. «Cuando terminé
la universidad, me di de tiempo hasta cumplir los 30 para inventar un producto.
Si no lo conseguía, entonces buscaría un trabajo. Y ese miedo, el miedo a un
trabajo de verdad, me motivó para convertirme en emprendedor». Woodman creció
en Menlo Park, cerca de Silicon Valley y siempre estuvo rodeado de
emprendedores como Eli Harari, amigo de la familia y fundador de SanDisk, la
popular marca de dispositivos de memoria.
El viaje iniciático
Desde entonces, GoPro ha lanzado modelos cada vez más
sofisticados al mercado: cámaras digitales, sumergibles, de alta definición y
hasta integradas en un dron. Sus usuarios siguen siendo deportistas, pero
también directores de cine, como Michael Bay, e incluso departamentos de
Policía y unidades del Ejército americano.
Una historia con
altibajos
La compañía ha crecido al mismo ritmo vertiginoso: de la
pequeña empresa de tres trabajadores que era en 2002 a la compañía con más 1500
empleados que Woodman dirige ahora. Sin embargo, los altibajos forman parte de
su historia. En 2012, una empresa taiwanesa adquirió el 8,8 por ciento de las
acciones a cambio de 200 millones de dólares estableciendo el valor total de la
compañía en más de 2225 millones. Dos años más tarde, en junio de 2014, GoPro
salió a Bolsa y Woodman, que sigue aglutinando la mayoría de las acciones, se
hizo multimillonario. Ese año, el empresario se
convirtió en el ejecutivo mejor pagado de Estados Unidos
gracias a un bonus de 285 millones de dólares. Pero aunque GoPro llegó a valer
3900 millones de dólares, en 2016 su valor se desplomó un 47 por ciento debido
a problemas de producción. De hecho, Woodman recibió el dudoso honor de ser
nombrado el peor consejero delegado del año en 2016.
Pero a Woodman, de 41 años, eso le importa poco. Lo ha
demostrado muchas veces. Como cuando él y su mujer donaron 5,8 millones de acciones
(valoradas en 500 millones de dólares) a su fundación siguiendo el ejemplo de Mark Zuckerberg o Bill
Gates y para enfado de sus inversores: aquel día, las acciones de GoPro
cayeron un siete por ciento en bolsa. O cuando cumplió su vieja promesa de
cederle el 10 por ciento de sus acciones a su amigo y compañero de piso en los
tiempos de universidad Neil Dana. En 2015, Dana recibió un cheque por valor de
229 millones de dólares. Pero Woodman también disfruta de lujos excéntricos: es
dueño de un avión privado que compró para irse a hacer surf con sus amigos y
está construyendo un ostentoso yate valorado en 40 millones de dólares con
helipuerto y espacio de sobra para almacenar su colección de tablas. Por algo
le llaman el multimillonario loco… Loco por el surf.
Las GoPro tienen tanto éxito
no solo porque son pequeñas y se pueden ‘enganchar’ a una tabla o una bici.
Están diseñadas para ser ligeras y muy resistentes. Y graban y fotografían en
alta definición a través de un gran angular, pensado para trasladar la
experiencia del propio deportista. Funcionan de manera automática y con una
mínima intervención.
Jill Scully es su mujer y la
madre de sus dos hijos. Era su novia cuando buscaba dinero para la GoPro. Fue
ella quien lo acompañó por las playas de California con 2000 cinturones que
compraron en Bali a 1,90 dólares la pieza y vendieron a 60 dólares. Fue parte
de la financiación de la cámara.
Cómo surfear la ola
de los negocios según Nick Woodman
Cinco consejos para emprender un proyecto:
Sigue tu pasión
Woodman alumbró la idea que lo ha hecho multimillonario
gracias a su deporte favorito. «Si no hubiera sido por el surf, nunca habría
dado con la GoPro. Tu pasión es como tus huellas dactilares: todo el mundo las
tiene, pero todas son diferentes. La pasión de uno debe ser la guía para su
vida».
Resuelve un problema
Antes de la GoPro, los aficionados a los deportes de riesgo
no podían tomar sus propias fotos. Identificar el problema fue el gran acierto
de Woodman. «Lo importante es dar con un producto que resuelve un problema, en
vez de tratar de crear una forma nueva de hacer algo que ya existe y funciona».
Ten miedo al fracaso
Sus dos primeras empresas fueron un fiasco y para poner en
marcha GoPro trabajó 20 horas al día los siete días de la semana. Era el
diseñador, transportista, comercial y servicio posventa de su start-up. «Tenía tanto miedo a
fracasar de nuevo que estaba completamente determinado a tener éxito», ha
dicho.
Aprende a vender
Siempre tuvo madera de comercial: de niño ya vendía limonada
y camisetas. Woodman telefoneó a cientos de tiendas de surf, abrasó a e-mails a las firmas deportivas y
en 2010 logró que GoPro se vendiera en Best Buy, la cadena de tiendas de
productos electrónicos más grande de Estados Unidos.
Obsesiónate un poco
Sin formación en ingeniería ni nociones de diseño,
Woodman pasó meses modificando sus prototipos y enviándolos a una fábrica china
hasta desarrollar el modelo final. «Me permito a mí mismo obsesionarme con
las cosas», ha confesado. Todavía participa en el desarrollo de sus nuevos
productos.
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