(Un texto de Lourdes Gómez en la revista XLSemanal del 6 de
septiembre de 2015)
Airbnb, Reddit, Dropbox no existirían si no fuese por
YCombinator, la empresa de la que Sam Altman es presidente. Tener buenas ideas
es importante, pero tener financiación lo es más, es el foco de los emprendedores.
Altman pone el
dinero. Eso sí, también pone las condiciones. Ycombinator es una fábrica de ‘start-ups’. En sus diez años de
actividad se ha convertido en la puerta de acceso al éxito más eficaz en
Silicon Valley.
YCombinator es
lo que se conoce como una incubadora de nuevas empresas y ha colocado en el mercado 800 start-ups cuyo
valor total supera los 50 billones, con be, de dólares. Fue creada por Paul
Graham, un personaje peculiar y carismático que rompió los códigos de
financiación habituales en Silicon Valley, pero desde febrero de 2014 la
preside Sam Altman, quien a sus 30 años
y apadrinado por Graham mismo se ha convertido en el gran gurú de las nuevas
tecnologías.
Altman recibe 400 solicitudes de reunión a la semana, tanto
de fundadores de empresas como de inversores con dinero. En general, lo que
quieren es acceso a otros, que YC les presente a una firma prometedora en la
que invertir o a un asociado que financie su proyecto.
Las start-ups que son aceptadas por YC se trasladan a vivir
a San Francisco durante tres meses y entregan a la empresa de Altman el 7 por
ciento de las acciones a cambio de 120.000 dólares y la oportunidad de ser
asesorados por los mejores especialistas en tecnología, además de tener acceso
a otros grandes inversores.
Como ejemplo de su eficacia, sirva la experiencia de algunas
de las firmas que hasta ahora nacieron en YC. Dropbox y Airbnb, valoradas cada
una en más de 10.000 millones; Stripe, una plataforma de pago no muy distinta
de Paypal, hoy está valorada en 3,5 mil millones y procesa los pagos hechos a
Apple y Kickstarter. Reddit, el sitio de noticias sociales tan popular, fue una
de las integrantes de la primera remesa y fue vendida a Condé Nast en 2006,
convirtiendo a sus fundadores en millonarios. En Silicon Valley, todos están
convencidos de que YCombinator es el actual trampolín al éxito.
AQUEL VERANO DE 2005
YCombinator comenzó en 2005 como una
especie de universidad de verano creada por Paul Graham, programador y
ensayista, que en 1998 vendió una start-up a Yahoo por 49
millones de dólares, lo que le permitió crear su propia empresa experimental.
YC. Graham estaba convencido de que con los avances que se habían producido en
el hardware se podía crear una empresa de tecnología con muchos menos fondos
iniciales de lo que hasta entonces parecía. Lo que hizo para demostrarlo fue
entregar 6000 dólares a cada fundador de una start-up, invitarlos a cenar a su
casa todos los martes y, después de tres meses, concederles una entrevista de
15 minutos con algunos de sus amigos inversores. Graham les
decía a sus protegidos que no contratasen abogados ni comerciales, que tenían
que hacerlo todo ellos mismos y que no pensaran en hacerse millonarios de la
noche a la mañana. Graham prefería a los hackers con aspiraciones realistas
antes que a los grandes visionarios. Según él, el único secreto es hacer algo
que le guste a la gente y perseverar.
CRECER CON SENTIDO
El año pasado, Graham entregó las riendas de YCombinator a
Sam Altman, cuya carrera profesional empezó en esta compañía. En 2005 fue
escogido para participar en el primer curso de YC. Graham,
que solo tiene elogios para su protegido, le ha encargado a Altman que como
presidente lleve a cabo un rápido y decidido crecimiento de la empresa.
Pero no un crecimiento porque sí, sino que YC abarque un espectro más amplio e
interesante de empresas a las que apoyar. Razón por la que Altman no solo ha
aumentado el número de start-ups financiadas, sino que ha dado su beneplácito a
decenas de proyectos que aspiran a cambiar el mundo en los sectores de la
biotecnología, las energías alternativas y la educación.
Altman ha apostado este año por empresas como Helion,
que intenta construir un reactor de fusión nuclear, lo que podría poner fin a
la dependencia de los carburantes fósiles y reducir drásticamente el coste de
la producción de energía. La financiación de una compañía de este tipo muestra
del empeño de Altman en invertir en firmas tecnológicas más ambiciosas que de
costumbre. Ya no se trata solo de sitios web dirigidos a los consumidores,
software corporativo y entretenimiento. Durante el año pasado, según recoge un
amplio informe de la revista Fast Company, YC ha estado trabajando con una
firma creadora de automóviles sin conductor, 20 empresas de biotecnología y dos
compañías de energía nuclear. La última remesa incluye cinco
empresas de artefactos médicos, dos que están trabajando en la mejora de los
tratamientos del cáncer y otra que estudia una nueva forma de transporte público
de bajo coste. Y las hay aún más audaces, como Bagaveev Corp., cuyo objetivo es
enviar minúsculos satélites a la órbita terrestre por medio de cohetes impresos
tridimensionalmente. A Altman le gustan tanto este tipo de apuestas que incluso
va personalmente a los ensayos de esta empresa ‘estratosférica’. Al fin y al
cabo, las apuestas arriesgadas son parte de la filosofía de YC, lo contrario de
lo que hacen la mayoría de los grandes inversores.
El capital riesgo tiene un problema muy gordo explica Altman.
Los
que toman las decisiones ejecutivas ganan cinco millones de dólares al año
y no quieren arriesgarse a perderlos. Si invierten en otra aplicación para
móviles y no funciona, van a seguir ganando lo mismo. Pero si pierden dinero
invirtiendo en una compañía de tecn quedar como unos idiotas . A Altman no le
preocupa ese riesgo. Él, licenciado en Informática por Stanford, está
acostumbrado a ir a contracorriente. Hijo de un dermatólogo y una promotora
inmobiliaria,
Altman fue un chaval atípico, según cuenta en Fast Company.
Procedente de San Luis, Misuri, era vegetariano en una zona de Estados
Unidos donde se comen cantidades ingentes de carnes rojas; un fanático de los
ordenadores al que, al contrario que a sus amigos, le gustaba la música
clásica, y un adolescente gay en una ciudad no precisamente conocida por su
tolerancia. Así que cuando le preguntan cómo tener éxito, responde. Conocer a
fondo tu empresa, tener una visión clara y poner mucha pasión.
A Paul Graham, el fundador de YC,
sus detractores lo describen como el líder de una secta.
Excéntrico, con un humor que los grandes inversores no siempre pillan y siempre
calzado con sandalias, se ha convertido en un referente incuestionable de
Silicon Valley. Los inversores le ‘ruegan’ desde hace años que les deje asistir
a los ‘días de demostración’, los encuentros con sus potencialmente
multimillonarios chicos. Hace un año, Graham delegó sus labores ejecutivas en
Sam Altman, a quien atribuye un talento excepcional. Ya se lo pareció cuando en
2005
Altman, con 19 años, le pidió entrar en la firma.
Graham le sugirió esperar un año más, pero el joven
programador insistió con convincente vehemencia en que ya estaba preparado. Y
vaya si lo estaba. Altman había fundado Loopt, una aplicación para smartphones
que permitía a los amigos compartir sus diferentes localizaciones. En poco
tiempo, Altman consiguió que unos inversores pusieran 17 millones en Loopt y se
las arregló para llegar a acuerdos con grandes empresas de telefonía móvil. En
2012 vendió el negocio a la compañía de tarjetas de crédito Green Dot por 43
millones. Después de eso se centró en YC, y Graham decidió que era la hora
de delegar en él sus funciones.
YCombinator
recibe ‘start-ups’ de todo el mundo; también españolas, como es el caso de Mencanta, un app de moda, que concurrió en
2015. Esta es su experiencia. Por Sahara Juste.
¿Qué hay que
hacer para que te reciban?
De 6000
start-ups que lo piden, reciben a 450. La primera criba es la inscripción, que
tiene dos partes. Una es el perfil de la start-up: el modelo de negocio, en qué
fase está La otra es el perfil del equipo. Buscan gente que no siga las reglas
y que pueda ejecutar lo que propone, de ahí que hagan preguntas como. ‘¿Cuándo
has hackeado el sistema para beneficiarte?’.
¿Cómo preparas
el encuentro?
Ellos corren
con ciertos gastos, como vuelo y alojamiento, con un presupuesto limitado en
función del país de origen. Es importante el trabajo previo de networking para
aprovechar al máximo la estancia. Contactamos con algunos alumnos de YC y con
gente del ecosistema para comprender mejor cómo funcionan allí las cosas. La
información, aunque sea poca, siempre ayuda.
¿Cómo es la
entrevista?
Cuatro partners
de YC entrevistan al equipo fundador de la start-up durante diez minutos. Debes
tener muy claro cuáles son tus métricas porque todo lo demás ya lo conocen.
Ellos han estudiado a la perfección tu start-up y a tu equipo antes de
recibirte. No es un pitch, es una entrevista en tono distendido, pero no se
dice ni una palabra de más. Todo es ‘straight to the point’.
¿Cómo te
notifican el resultado?
Las buenas
noticias (que invierten) las dan por teléfono; las malas, por e-mail. A
nosotros nos llamaron para una segunda entrevista. Tras horas que se hicieron
eternas, recibimos el temido e-mail. Pero de esa respuesta negativa también
aprendimos; el feedback fue muy concreto y nos animaron a volver a intentarlo
con ellos. Solo llegan quienes resisten. ‘Never give up’.
No hay comentarios:
Publicar un comentario