(Un texto de Marta Romo en el suplemento económico de
El Mundo del 13 de octubre)
¿Existe un cerebro emprendedor? A día de hoy no hay ninguna
investigación que desgrane cómo es el cerebro de las personas con madera emprendedora.
La idea determinista de nacer con un cerebro así no parece tener relevancia.
Por eso, utilizar tal argumento como excusa no tiene ni pies ni cabeza. Esta
ausencia de evidencias científicas indica que podemos desarrollar cerebros
emprendedores. Son buenas noticias, porque la ciencia sí se ha pronunciado
respecto a la plasticidad neuronal, el mito de que el adulto no tiene capacidad
de regenerarse cerebralmente ha sido refutado y sabemos que la clave para el aprendizaje
no es la cantidad, sino la conexión. Y de esta manera, las posibilidades son
ilimitadas porque el cerebro es el único órgano del cuerpo que no se desgasta
con el uso, sino todo lo contrario. La neurociencia proporciona pautas sobre
qué necesitarnos para ser más eficientes: hacer más con menos. Observando a los
emprendedores, podemos modelarlos. Veamos cómo hacerlo, a partir de sencillas
premisas:
• Visualiza y recréate
con ello. Todo comienza con un sueño. El emprendedor tiene más probabilidad
de éxito cuanto más interioriza su plan. Un plan aburrido no ilusiona a nadie. Ha
de ser dinámico, apetecible, sexy... Pongámoselo fácil a nuestro cerebro. Cuanto
más atractivo, más ganas de ir a por ello. Trabajar con la visión sitúa al
cerebro en simulación experimental. Como no distinguimos entre realidad o
ficción, lo que hemos visto en nuestra mente nos prepara para afrontar la situación
real, porque es como si ya lo hubiéramos vivido.
• Incluye cada
día algo de incertidumbre. El apellido de emprender es incertidumbre, la
única constante. Así, disfrutar con la ausencia de certezas o, lo que es lo
mismo, quitamos los límites es crucial para desarrollar al emprendedor que
llevamos dentro. Pero ¿cómo lograrlo cuando nuestro cerebro no soporta la
incertidumbre? La fórmula del juego funciona. Todavía conservamos una mente primitiva
que se mueve por retos. Vincularlo al disfrute, con emociones fuertes puede
convertirse en algo adictivo. El cambio es un acelerador de emociones.
• Apunta en la dirección
adecuada con tu atención. El cerebro busca distraerse, probablemente te
machaque con pensamientos negativos sobre tu capacidad como emprendedor. No les
hagas caso; en realidad forma parte de su estrategia para consumir menos
energía. El emprendizaje es agotador. Así que cuando aparezca el cansancio, en
lugar de presionarte para continuar o juzgarte o sentirte mal, escucha a tu
cuerpo y descansa.
• Trabaja en
equipo, integra todo tu cerebro. Para emprender necesitamos una mente multidisciplinar,
es decir, los dos hemisferios. Necesitamos entrenar la imaginación, la
intuición para genera ideas y atrevemos. Y también potenciar la planificación y
la organización para materializarlas. Ser creadores y actores a la vez, una
especie de ‘creactores’. Puedes limitarte al aprendizaje (adaptarse al contexto)
o sumarte al emprendizaje (generar nuevos contextos). Ya no hay excusas. Tú
eliges.
No hay comentarios:
Publicar un comentario