(Un artículo de Sergio Saiz en el suplemento económico de El
Mundo del 24 de marzo de 2013)
Los ‘business angels’
son el principal apoyo económico de los emprendedores que quieren dar el salto
al mundo empresarial, aunque a éstos les gusta participar en compañías que se
encuentran cerca de su lugar de residencia para poder supervisar de cerca la
gestión del negocio.
Antes de la crisis, un business angel era un empresario o un alto directivo que invertía su patrimonio en nuevas iniciativas en sectores en los que tenía experiencia. Ahora, “el perfil se ha popularizado a medida que entran en este mercado profesionales con menos capital dispuestos a hacer aportaciones más pequeñas, de alrededor de 30.000 euros”, explica Albert Colomer, director de la Red Española de Business Angels (Esban). Pero, ¿dónde se encuentran estos socios capitalistas y cómo se les puede convencer para que inviertan en una idea?
Quien necesite a estos pequeños inversores, que suelen unirse entre ellos formando sindicatos para alcanzar hasta el 30% del capital de una compañía que está dando sus primeros pasos, lo primero que hay que saber es que sólo se fijan en negocios que estén a menos de cien kilómetros de su casa o, como asegura Colomer, “a una hora de vuelo”. Y el radio se hace más pequeño cuanto menos profesional es el inversor. El director de Esban explica que siempre habrá intercambio entre las grandes centros financieros como Madrid y Barcelona, a menos de una hora de distancia en avión, pero tiene poco sentido intentar buscar un socio en estas ciudades para un negocio ubicado en la otra punta de España. El problema es que estas dos ubicaciones son las que concentran un mayor número de inversores privados, prácticamente el 70% del total, según se desprende de un informe de la plataforma para emprendedores Necotium.
En el caso de los business angels tradicionales y más profesionalizados, que invierten cantidades que superan los 150.000 euros por proyecto, sí se pueden plantear entrar en el capital social de compañías que estén más lejos, incluso fuera del país, aunque lo hacen a través de otros empresarios a los que ya conocen y que son quienes se encargan de gestionar su participación en el proyecto.
Aun así, en España, lo que prima son los inversores más modestos, atraídos al ecosistema de los emprendedores por los incentivos fiscales que tienen este tipo de aportaciones. Entre las desgravaciones autonómicas y estatales, por cada 30.000 euros que se destinen a apoyar la creación de un nuevo negocio, un contribuyente se puede ahorrar en su declaración de la renta hasta 6.000 euros anuales. A esto hay que sumar una rentabilidad aproximada, si la compañía tiene éxito, del 20%, que es el mínimo que tiene que prometer un emprendedor para conquistar a un business angel, frente al 30% que podría llegar a exigirle una firma de capital riesgo.
Con la crisis también se ajustan las exigencias de capital de los emprendedores, que si bien pedían alrededor de un millón de euros para empezar a operar, ahora los proyectos se planifican con descuentos de hasta el 40%, según apunta Colomer. Eso facilita la entrada de socios más pequeños, aunque para alcanzar un participación significativa de capital, se necesita convencer, como mínimo, a tres o cuatro pequeños inversores dispuestos a confiar sus ahorros a un joven emprendedor.
Cómo se convence a un inversor privado
Más de 40 redes profesionales de ‘business angels’ controlan un presupuesto de cerca de 70 millones de euros anuales para apoyar la creación de empresas en España. Basta con acercarse a una de ellas para entrar en contacto con potenciales inversores, aunque superar los filtros que establecen estas organizaciones no es sencillo. Las cifras del proyecto, que deben ofrecer rentabilidades cercanas al 20%, son la carta de presentación y, posiblemente, lo que más llame la atención, pero, sin embargo, lo fundamental es el equipo humano: “Si el emprendedor no convence, ya nos podemos olvidar del proyecto”, asegura Manuel Matés, profesor de Esade y autor del informe ‘La inversión de business angels en España: primera fuente de financiación para emprendedores’.
Albert Colomer, director de Esban, coincide con Matés: “Invertimos en personas que sean capaces de llevar a cabo el desarrollo que proponen”. Lo ideal, según el profesor de Esade, es que sean al menos dos fundadores que se complementen por la capacidad técnica de uno y por las dotes de gestión empresarial del otro.Otro aspecto clave es contar con una tecnología propia, una patente o un elemento diferencial “que garantice el rápido crecimiento que buscamos los ‘business angels’ al contar con una ventaja antes de que lleguen otros competidores”, explica Colomer. Matés añade que también “ayuda tener una primera venta”, aunque no es un factor determinante.
Por supuesto, también influye el mercado: cuanto más internacional, mejor. Y, por supuesto, hay que plantear un mecanismo de salida para el inversor, que en el caso de los business angels debería producirse antes de los cuatro años, aunque en España estos plazos se han alargado el doble. Los sectores que más llaman la atención son, en general, los relacionados con Internet, que copan cerca del 40% de los proyectos, según datos de Esban, aunque mercados como el de la cultura o la salud están de moda.
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