(Un texto de José Luis Solanilla en el suplemento
gastronómico del Heraldo de Aragón del 26 de octubre de 2014)
La primera patente española para fabricar ollas a presión u
ollas exprés fue concedida en 1919 al zaragozano José Álix Martínez, como es
conocido. Lo que no se sabía es que otra patente similar fue conseguida por el
militar oscense Tomás Peiré Cabaleiro en 1922.
Parece claro que la primera olla doméstica a presión, denominada
'Olla Exprés', fue patentada por el industrial afincado en Zaragoza José Álix Martínez el 18 de octubre de 1919 con el número de patente
71.143 (concesión del día 20), comenzándose inmediatamente su producción. Después, el 16 de julio de 1925, hizo
la cesión de la patente a Camilo Bellvis Calatayud y José Montesano Cervelló,
capataces de la empresa metalúrgica de Álix. Y estos, en diciembre de 1926,
consiguieron una nueva patente, que mejoraba la olla de Álix. La patente
original de 1919 quedó de dominio público el 18 de octubre de 1939,
transcurridos los 20 años estipulados en el documento de patentado. La
descripción del pionero artilugio que permitía cocinar más rápido y gastando menos energía rezaba así: «Una olla para toda dase de guisos que
se denominará "Olla Exprés" pudiendo construirse de cuantas formas y tamaños se desee».
Algunos
de estos datos se pueden leer en la Wikipedia, que bebe del libro 'Líneas
maestras de la gastronomía y la culinaria españolas (siglo XX)', obra del
gastrónomo y médico navarro afincado en
Zaragoza desde hace muchos años Francisco Abad Alegría.
Este
experto historiador de la gastronomía
se llevó una grata sorpresa hace unas semanas, visitando el Museo
Etnográfico del Oriente de Asturias, en
Porrúa. Allí, sobre un viejo hogar lucía una antigua olla a presión de
la marca Hispano. «Esta no es de
Zaragoza », recuerda que dijo nada más verla. «Efectivamente, era un viejo
ejemplar pero hecho en Bilbao», añade. «Es una olla a presión relativamente
pequeña (unos dos litros de capacidad), de hierro fundido con restos de esmalte blanco en su interior, que me hizo pensar
en una producción industrial organizada que realmente existió», dice
Abad, quien tras indagar en el citado museo y en la Oficina de Patentes, pudo
atar cabos hasta llegar a Tomás Peiré Cabaleiro. Este militar oscense registró
en septiembre de 1922 en la oficina de
patentes «un sistema de ollas o marmitas a cierre hermético, para cocción de
alimentos, extracción de jugos, preparación de gelatinas y otros usos domésticos o industriales».
Peiré
cedió la patente en marzo de 1927, por lo que «es muy posible que la
fabricación sea posterior a esa fecha, quizá porque el inventor no encontró financiación para iniciar o proseguir la
producción de la olla, que así habría tenido una vida eficaz de
pocos años. De modo que parece I claro que la cocción a presión en España se popularizó básicamente
a partir de la patente zaragozana de Bellvis-Montesano», deduce el experto gastrónomo.
Abad
Alegría aporta otros muchos datos, como que la novedad fundamental que ofrecía
la olla de Álix y luego Bellvis-Montesano era el
cierre oval. A diferencia de las viejas ollas industriales y semiindustriales extranjeras, que mantenían
la alta presión mediante un dispositivo
de traviesa o aprietos, sujeto mediante tornillos de abrazado entre la
cubierta y el cuerpo de la olla, el cierre Álix aprovechaba
la propia fuerza de la presión producida por la evaporación del fluido de
cocción, de modo que a mayor presión,
mayor era la firmeza del cierre. «La forma oval permitía algo antes no
ideado: que la tapadera se pudiera meter debajo del reborde del cuerpo de la
olla avanzando con el lado más estrecho sobre la boca y girando después para
adaptarla a los ejes de la boca desde dentro del propio cuerpo y no desde fuera. «Así, manteniendo la tapa en posición
mediante un simple tornillo de mariposa, inmovilizando la posición de la
tapadera, la presión generada por la ebullición cerraba cada vez más fuertemente la tapadera», describe Francisco
Abad. La comercialización de la olla fue facilitada, ya avanzada su introducción en el mercado, por la
edición de Bellvis del libro de recetas
especiales del cocinero Joaquín Berenguer.
La
difusión de la olla CBC (Camilo Bellvis Calatayud) fue fulgurante en todo
Aragón y Cataluña, siendo la primera
olla a presión doméstica española sin discusión hasta los años 50,
cuando comienzan a extenderse las
cocinas a gas coincidiendo con la entrada en el mercado de grandes
excedentes de aluminio procedentes de la industria bélica europea movilizada por la II Guerra Mundial, lo que
facilita que se reestructure el mercado
de las ollas a presión. Las empresas radicadas básicamente en Bilbao y
Barcelona inundan el mercado de ollas a
presión, unas veces con patentes de origen europeo y otras con modelos
nacionales, a partir de las primeras
ollas aragonesas.
Perfil de Tomás Peiré
Tomás
Peiré Cabaleiro, inventor de esta segunda olla a presión, era un militar
retirado inquieto y emprendedor. […] era
de origen oscense, que alcanzó
el empleo de comandante de Estado Mayor a los 28 años y que se retiró
voluntariamente del Ejército en 1932. Abogado, había obtenido su licenciatura en Derecho en Zaragoza
siendo militar, y ejerciente en Bilbao desde la fecha de su retiro del
Ejército, falleció en Madrid en 1968. Fue también representante de la Compañía
Argentina de Navegación Dodero en España en los años 60. Militar «comprometido
con todas las conspiraciones
republicanas», incluida la triunfadora en 1931 ('Diario de Huesca' del
24 de septiembre de 1931), fue ayudante del ministro de la Guerra, Manuel
Azaña. Era tío del teniente Tomás Peiré Legorburu, muerto en combate en la Legión, al mando del capitán Galán
Rodrigo (el de la asonada republicana
de 1930 en Jaca, junto con García Hernández), en el frente marroquí de Xeruta,
en 1924. Peiré Cabaleiro fue diputado por Huesca en Cortes por el Partido
Radical de Lerroux en las elecciones de 1931 y en las de 1933 por Ceuta.
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