(Un artículo de Arancha Bustillo en el suplemento económico
de El Mundo del 23 de diciembre de 2012)
Éxitos como Airbnb o Dropbox nacieron bajo el
paraguas de una aceleradora de proyectos: YCombinator,
quizá una de las pioneras en este campo. Esta fórmula no sólo proporciona, una
vía de financiación a los emprendedores, también facilita acompañamiento, apoyo
y red de contactos. Un método que se ha demostrado eficaz para impulsar la
creación de nuevas empresas.
Cuando un emprendedor se plantea recurrir a una de
estas plataformas debe tener en cuenta que difieren de las incubadoras. Mientras
que en el periodo de incubación se desarrolla la prueba de concepto de la idea
y se valida que el producto pueda funcionar en el mercado (una fase que puede durar
hasta tres años), en la aceleración es necesario montar la red de contactos o
el plan de márketing, entre otros
aspectos, para lo que no suelen ser necesarios más de seis meses.
En contra de lo que muchos piensan, en España
existieron numerosas incubadoras y aceleradoras de negocios durante el boom tecnológico
de finales de la década de 1990. Según Sèbastien Chartier, fundador del Salón MiEmpresa,
«el problema es que pocas sobrevivieron. Pero desde 2008 estamos volviendo a
experimentar otra explosión. Viene de la fiebre emprendedora que estamos viviendo
nuevamente, aunque esta vez, por desgracia, está más ligada a la situación económica
actual que a la vocación». Nombres como Tecknoland, Spark Inversiones, Netjuice
o FactoriaGris aparecieron en esos años en los que la burbuja tecnológica se
inflaba. Hoy, la mayoría de ellas han desaparecido, mientras que otras como Intercom todavía existen.
Las aceleradoras e incubadoras ejercen un papel
fundamental en la creación de empresas. Enrique Dubois, emprendedor y fundador de
Mola.com, asegura que estas plataformas aumentan notablemente las posibilidades
de éxito de una compañía. Y es que no sólo ofrecen
un método para conseguir financiación, también «sinergias entre las empresas
participadas, acceso a formación y, a veces, servicios que estas start up no podrían encontrar sin este
respaldo», asegura Alejandro Suárez, inversor privado.
Elegir la plataforma adecuada es importante, ya que
ni las necesidades en la etapa de incubación ni las que se generan en la de
aceleración son las mismas, así como tampoco el tipo de financiación que se requiere.
Si en la primera el apoyo es de carácter formativo y de asesoramiento, en la
segunda lo que necesita el nuevo empresario es que le ayuden a abrir puertas y
establecer contactos con otras compañías del sector. «Es
indispensable conocer muy bien la aceleradora a la que se quiere optar, pues la
mayoría de ellas suelen tomar una participación de la empresa en la que
invierten. De ahí que sea necesario valorar lo que ofrece esa plataforma,
además del capital», advierte Liz Fleming, deputy
director del Venture Lab de IE Business School.
Jordi Vinaixa, director académico del Instituto de
Iniciativa Emprendedora de Esade, también considera recomendable conocer quién
está detrás de estas plataformas, cuál es su bagaje y qué reputación tiene en
el mundo de la emprendeduría.
Suárez cree que en el fondo se trata de una
negociación en la que se decide qué porcentaje de acciones de la empresa toma
esa aceleradora a cambio de ayudas. Es crítico
no pensar en el nombre o qué compañías se han desarrollado allí, sino en las
condiciones de trabajo que ofrece," qué obligaciones se contraen y hasta
qué punto se compromete con el proyecto». Claves que hay que tener en cuenta porque,
según Fleming, «se está generando una burbuja de actividad de aceleradoras por
todo el mundo. Un hecho positivo para el emprendedor, pero no tanto para estas lanzaderas
de proyectos porque su modelo de negocio no está probado»
No obstante, no todas las iniciativas de apoyo al
emprendedor se enmarcan en estas dos fórmulas. Existen otros proyectos
dirigidos al fomento de ideas de negocio con recorrido. Un ejemplo es InvierteMe, una plataforma que pretende
convertirse en referente internacional para los emprendedores y en punto de
encuentro entre inversores e instituciones a través de Internet; o Injoinet que actúa en favor de
proyectos que no sólo buscan dinero rápido. «Ayudamos a que estos empresarios
capten sus primeros clientes y damos información para perfeccionar sus ideas»,
explica Miguel Moya, fundador de esta plataforma de crowdfunding, quien
considera que la falta de cultura emprendedora en España no se debe a que haya
déficit de nuevos empresarios, sino a que no hay muchos financiadores que
inviertan en start up antes que en empresas ya consolidadas. «No estamos
acostumbrados al riesgo, y hay poca experiencia en este tipo de inversión»,
recuerda Vinaixa.
Ése es uno de los motivos por los que países como
Israel nos ganan la partida de la emprendeduría. Según él estudio realizado por
Javier Santiso, fundador de StartUp Spain,
a pesar de que España cerrará el año con alrededor de 25 aceleradoras, seguimos
por detrás de Tel Aviven en número de start
up desarrolladas. Este informe apunta, además, que la tasa de
emprendimiento de nuestro país es aún baja comparada con otras regiones. Mientras
España contaba con un nivel de población emprendedora del 5,8% en 2011, países
como China superaba el 20%; y Estados Unidos se situaba en el 12,3%. Aún así,
Fernando Pimentel, director de cursos de consolidación empresarial en la
Escuela de Organización Industrial (EO!), considera que nuestro país está desarrollando
proyectos que invitan a pensar que España tiene muchas posibilidades en
sectores como las nuevas tecnologías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario