(Un texto de Iñaqui Ortega en el suplemento económico de El
Mundo del 8 de diciembre de 2013)
Cada profesión tiene su argot particular, y quienes quieran
sacar adelante una start-up lo primero
que tienen que hacer es familiarizarse con un nuevo esperanto que se habla
tanto en Palo Alto como en Vallecas.
Hayas escrito tu plan de negocio en una servilleta o en un canvas -elemento html que permite la
incorporación de gráficos-, necesitarás buenas ideas y algo de dinero para convertirte
en CEO -Chief Executive Officer- de tu
empresa. Si la financiación sale de tu bolsillo o del de algún primo, sea
familiar o no, entonces estás recurriendo a las socorridas «tres F» -friends, fools and family-, amigos,
locos y familia. Cuando el apoyo de tu entorno es sólo anímico no te quedará
más remedio que hacer bootstrapping,
es decir apañártelas con los recursos que tienes a tu alcance.
Por el contrario, si tu idea es captar un inversor profesional,
entonces lo que necesitas es «levantar» dinero. Muchos emprendedores buscan a
los business angels y a los VC -Venture Capital-. Unos y otros
proporcionan equity, es decir,
capital, con la esperanza de tener en el futuro un lucrativo exit, que es como se denomina la salida
a través de la venta de sus participaciones.
Una vez tengas claro que necesitas seed capital -inversión de arranque-, es imprescindible que elabores
un elevator pitch -discurso- destinado a seducir a tu interlocutor en el tiempo
que se tarda en coger el ascensor. Si eres convincente vendiéndole las bondades
de tu start up eso te proporciona un track record -brillante historial- sólido
y es probable que el inversor te vea digno de alimentar su deal fIow, esto es, su cartera de proyectos. En este caso, se
iniciará una negociación que acabará plasmándose en una term sheet -hoja de términos-. Si aceptas esta oferta lo que haces
es cerrar una ronda de inversión y es excusa suficiente para invitar a todo el
equipo a otro tipo de rondas en algún bar.
Tras la resaca de la celebración, te darás cuenta muy pronto
de que el nuevo dinero que llega te ha liberado de unas preocupaciones pero te
ha generado otras, ya que tus inversores insistirán constantemente en las
métricas, que son el nombre con que se suelen referir a los indicadores claves
de la marcha de tu negocio. Por descontado deberás estar familiarizado con los
anglicismos que han colonizado nuestro acervo financiero como cash flow -flujo de caja-, ebitda -ganancias antes de intereses,
impuestos, depreciación y amortización-, working
capital -capital de explotación- o break
even -cubrir los gastos-. Y si tu negocio es de lnternet, prepárate porque
oirás hablar de sindicaciones, afiliaciones y conversiones, con un significado muy
diferente al del diccionario amén de un repertorio de siglas (SEO, SEM, ROl...
) que nunca aparecerán en él.
Aunque la mayoría de los términos que han venido poblando
este nuevo dialecto carecen del beneplácito de la RAE, no te preocupes porque esta
nueva tribu de los estartaperos es
distintiva también en esto. Y si, por desgracia, tu negocio cierra míralo por
el lado bueno y recuerda que fail en
inglés es también un acrónimo que significa first
attempt in learning -primer intento en el aprendizaje-.
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