domingo, 22 de febrero de 2015

¿Es el ‘crowdfunding’ una buena alternativa de financiación?



(Un texto de Arancha Bustillo en el suplemento económico de El Mundo del 22 de diciembre de 2013)

Cuando emprendes no sólo necesitas inversión, también visibilidad. Con el mecenazgo colectivo cuentas con capital y un escaparate.

A finales de la década de 1980, al ya fallecido Luis von Fanta, quien fuera el primer batería del grupo Extremoduro, se le ocurrió vender papeletas por valor de 1.000 pesetas para financiar la grabación de su primera maqueta. A los pequeños inversores que confiaran en su producto se les recompensaría con una copia del disco cuando estuviera publicado, además de aparecer en los agradecimientos. De esta manera, consiguieron reunir 250.000 pesetas para publicar su ópera prima: Rock Transgresivo.

El crowdfunding es un sistema de financiación colectiva por el que una gran masa de público apoya con pequeñas aportaciones de capital la puesta en marcha de un proyecto. Y, aunque son muchos los que creen que esta fórmula sólo es aplicable con éxito a propuestas de carácter cultural, existen ejemplos que contradicen esta postura.

Uno de estos casos es el de Mobincube. Esta start up española, dedicada al mundo de las aplicaciones, ha conseguido levantar 300.000 euros gracias a esta vía de financiación. Y no es el único ejemplo. Miguel Ángel Trujillo, socio de BA International Partners y director en España de FundedByMe Crowdfunding, también destaca otros ejemplos de éxito como el de SMS Grupp, que consiguió un millón de euros de 10 inversores a través de esta alternativa; y el de Virtuous Vodka que, en ocho semanas, logró levantar 110.000 euros de más de 100 personas que confiaron en su proyecto.

Francesc Hinojosa, fundador de Eureka Startups, también defiende que el crowdfunding puede servir para todo tipo de empresas, “ya que la creatividad juega un papel muy importante. Lo que hay que tener muy claro es que es lo que ofrecerás como recompensa. Aquí es donde entra la imaginación. Y mucho mejor si los premios que ofreces van a ser tu producto final. También puede ser válido si lo que se va a brindar va a ser un nuevo servicio innovador. Es otra forma de probar su aceptación en el mercado”.

Miguel Moya, fundador de la plataforma Injoinet, considera que esta fórmula “supone buscar capital entre los clientes de un proyecto en lugar de hacerlo entre inversores o entidades financieras. De este modo, el emprendedor puede establecer con un criterio más objetivo una valoración más ajustada de su idea de negocio antes de endeudarse o repartir capital de su potencial empresa. Sirve también como investigación de mercado, ya que cuenta con herramientas que permiten crear comunidad de early adopters y establecer un diálogo con el público para asegurar que el producto o el proyecto gusta antes de darle a los clientes aquello por lo que están dispuestos a pagar”. Pero como toda moneda tiene dos lados, este sistema también presenta algunos inconvenientes. Manuel Balsera, emprendedor y business angel, cree que la mayor pega que se le puede encontrar a esta estrategia de financiación es que al final estás repartiendo tu empresa con mucha gente con la que debes ser transparente. Por eso mismo y como advierte Trujillo, esta vía “requiere una preparación especial y llevar a cabo durante varios meses una estrategia de comunicación muy exhaustiva. Generalmente, los emprendedores no tienen los conocimientos específicos o no quieren invertir tiempo y recursos económicos para conseguirlo. El emprendedor también tiene que trabajar con sus abogados para preparar una estructura de la operación y un pacto de accionistas que haga armoniosa la entrada de muchas personas en el accionariado de la compañía”.

El crowdfunding, por tanto, no es sólo un sistema para levantar capital, también sirve como campaña de márketing de la empresa y una manera de validar en el mercado la calidad del proyecto. Así también lo entiende Jordi Vinaixa, director académico del Instituto de Iniciativa Emprendedora de Esade, quien, además, considera que ésta es una forma estupenda de hacerse ver, no sólo entre los pequeños inversores interesados, también entre financiadores más potentes. Trujillo desvela, incluso, que este sistema es tan importante como campaña de imagen “que hay business angel europeos como Paulo Andrez, presidente de European Business Angel Network (EBAN), qua ya empiezan a exigirlo como medio para filtrar los proyectos en los que invierte”. Como apunta Moya, un proyecto que haya tenido éxito con una ronda de crowdfunding se presenta frente a otras fuentes más tradicionales de inversión con números sobre el papel: “Los financiadores reducen su índice de incertidumbre sobre el proyecto, y los creadores pueden negociar con cifras reales las condiciones de la negociación en lugar de hacerlo sobre la base de criterios casi premonitorios o comparativos con otras empresas del sector”.

Pero no podemos olvidar que este sistema presenta diferentes formas. Así lo recuerda el profesor de Esade que habla por un lado del crowdsourcing como una manera de democratizar el apoyo a los proyectos; y del crowdlending como la tendencia de los préstamos.

Esta fórmula todavía está comenzando en nuestro país y hay mucha gente que la sigue relacionando con el ámbito de la cultura. Y, a pesar de que se hayan financiado algún que otro film a través de este sistema, cada vez es más habitual encontrar ejemplos que demuestran su viabilidad para cualquier sector.

Luis von Fanta no supo ponerle el nombre para denominar la fórmula con la que financió el primer disco de uno de los grupos de rock más transgresores del panorama español pero demostró, hace más de 25 años, que el mecenazgo colectivo funciona. Y ahora con Internet llegar a mucha más gente que pruebe tu producto, lo valide en el mercado y decida apostar por él es más sencillo que nunca.

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