(Un artículo de Carlos Salas en el suplemento económico de El Mundo del
31 de mayo de 2009)
La historia de Tony Robbins es un poco triste al principio. «En mi casa
no teníamos dinero ni comida y pasábamos hambre. Alguien llamó a la puerta el día
de Acción de Gracias y nos ofreció comida. Mi padre se preguntó qué significaba
eso, y se dio cuenta de que era caridad y de que él ya no valía nada. Entonces
nos dejó».
La madre de Tony se casó dos veces más a pesar de que el renacuajo le
espantaba a los novios porque no paraba de hablar (no ha cambiado, ya verán).
Como muchas personas en esta vida, hubo un momento en que la vida de Tony dio
un giro radical. A los veinte años se topó con John Grinder, un lingüista que,
junto con el informático Richard Bandler, había inventado una técnica de
sugestión tan eficaz que servía para caminar sobre carbones encendidos. Eso demostraba
que muchos obstáculos eran una cuestión mental (lean La estructura de la magia, Cuatro Vientos). El numerito de las
brasas humeantes tuvo tanto éxito que ahora Robbins la incorpora en cada una de
sus cursos, que no duran menos de cuatro días. «Yo he visto a un montón de
gente caminar sobre las brasas en sus seminarios y es algo que no se puede creer»,,
me afirmaba Francesca Cattoglio, directora general de IIR, una de las empresas de
formación más importantes de España.
A la edad de 34, los médicos detectaron a Robbins un tumor en la
glándula pituitaria. Tony empezó a crecer hasta convertirse en un gigante de
más de dos metros, con unas manazas y unos pies que recuerdan a uno de los
personajes malos de las películas de James Bond. Tony padece acromegalia. Quizá
por eso luego escribiría un libro titulado Awakening
the giant within (Cómo despertar al gigante
que llevas dentro; en España se llama Con·
trole su destino, Debolsillo).
Hoy Tony Robbins es uno de los mejores conferenciantes del mundo, el
más cautivador, es multimillonario y todo gracias a que es uno de los mayores
profetas de la Programación Neuro Lingüística. ¿Otro camelo de autoayuda? No
vayan tan rápido.
«Grinder y Bandler se dieron cuenta de que todos tenemos un código de comunicación
verbal y no verbal, y que la buena o mala comunicación depende de cómo coincide
con el código de los demás», dice Gustavo Bertolotto, el hombre que introdujo
la PNL en España en 1988. Si adivinamos cuál es el código de los demás, hemos recorrido
casi todo el camino. «Comprender mejor es que el otro se sienta comprendido»,
añade Bertolotto (en internet busquen instituto
potencial humano).
Al principio se usó la PNL como una especie de sugestión hipnótica para
curar alergias y fobias, traumas psicológicos y bloqueos mentales hasta que los
norteamericanos, siempre tan prácticos, la llevaron al mundo empresarial y
ahora se ha transformado en un método bastante eficiente para triunfar en la
vida personal y profesional.
En realidad, la PNL se basa en decir que todos nos comportamos
siguiendo un patrón o una plantilla mental. Dentro de nosotros hay una inmensa
veta de oro que no hemos excavado por pereza o por ignorancia. Si pudiéramos
reprogramar nuestras cabecitas, cambiarían nuestras actitudes y mejoraríamos como
personas. Si buscas problemas, encontrarás problemas; si buscas soluciones,
encontrarás soluciones.
Para saber cómo se comunican los demás, los expertos PNL siguen un
método mediante el cual estudian las palabras y los gestos. Todos representamos
la realidad mediante imágenes (visual), sonidos (auditivo), o por el tacto, el
gusto y el olfato (kinestésico). Una vez detectadas esas formas, sólo hay que
ayudar a la otra persona a definir con precisión lo que quiere conseguir y
pasar a la acción, usando el mismo método. Upsss, dirán ustedes, eso suena a
sermón de telepredicador.
Suena así, pero la PNL cada vez tiene más adeptos. La base es motivar a
través del lenguaje gestual y oral. ¿Sugestión? ¿Hipnosis? Algo de todo eso. ¿Y
no nos dejamos sugestionar en un buen mitin político? ¿No caemos bajo las
seductoras maneras de un buen orador o de un médico? Lo que han hecho los
fundadores e impulsores de la PNL es poner todas esas cosas que intuimos como
el lenguaje, la seducción, los gestos, y han añadido la disciplina y el método:
pregúntate qué es lo que más te gustaría hacer, piensa cómo lo vas a hacer en
los próximos años, crea un programa, síguelo y consíguelo. En el fondo, es pura
lógica y bastante voluntad y se resume en: si modificas tu forma de captar la realidad
externa, pondrás esa realidad a tu favor. El arma para hacerlo es el lenguaje verbal
y no verbal.
Robbins organiza gospels de PNL
ante miles de personas durante los cuales parece un telepredicador. Trata de
que la gente se pregunte por qué hace las cosas (véanlo en YouTube poniendo «tony
robbins ted» o http://tinyurl.com/3hl5dy). Quienes han asistido a sus cursos
dicen que salen con más energía que cuando entraron. (Lean los pros y contras
relatados por José Pedro García en http://tinyurl.com/qce862).
Robbins y los adeptos a la PNL tienen sus detractores. La web www.skepdic.com
se dedica a explicar por qué podemos caminar sobre brasas sin quemarnos, y dice
que todo son paparruchas. Tienen algo de razón pero eso no es lo importante.
Creo que Jo importante es que la PNL puede ayudar a alguien a motivarse, a
superar sus fobias y sus miedos, y en el mundo de la empresa se usa cada día
más incluso para hablar en público. En Vodafone, Barclays, Honda, Marks &
Spencer y Microsoft se emplea habitualmente, según The Times
(http://tinyurl.com/chenna). También se emplea en el mundo del deporte.
Aprender PNL no es cuestión de un cursito de fin de semana. Para ser un
practicioner se requieren tres años.
Ya hay muchos especialistas en España y se han escrito multitud de libros. Uno
de ellos analiza al hombre que ha sugestionado a medio planeta con esta
técnica. ¿Adivinan quién es ese hombre? Acertaron: Barack Obama (Se titula: El secreto de Obama, de Mónica Pérez de
las Heras, Editorial Lid).
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