lunes, 21 de julio de 2014

El emprendedor que vendió su vida en acciones

(Un texto de David Pérez en elconfidencial.com del 2 de octubre de 2013)

Conocíamos ejemplos como Upstart, plataformas donde las personas se transforman en startups por las que los inversores pueden apostar, si creen en su talento, para obtener un rendimiento a largo plazo. En el fondo, no deja de ser una fórmula distinta de mecenazgo, en este caso con cierta pátina de neoliberalismo. Pero el ejemplo de Mike Merrill, emprendedor a tiempo parcial y encargado de soporte técnico en una pequeña empresa de Oregon, es mucho más extremo.

Hace ya cinco años que tomó la decisión de dividir su propia vida en acciones y cotizar en bolsa, poniendo a disposición de los accionistas las decisiones cotidianas y trascendentes de su existencia, desde la pareja con la que comparte su vida hasta el tipo de alimentación que debe llevar. Su objetivo, en principio, consistía en obtener financiación para emprender proyectos de forma paralela a su empleo, y cuyas ganacias que se repartirían entre los accionistas.

El juego bursátil se ha convertido finalmente en una pesadilla. Las reglas del libre mercado han abducido por completo su vida, hasta tal punto que ha perdido el control, convirtiéndola, por momentos, en una pesadilla. Al menos, eso parece desde fueraParecía una buena idea, pero el juego bursátil se ha convertido finalmente en una pesadilla. Las reglas del libre mercado han abducido por completo su vida, hasta tal punto que ha perdido el control, convirtiéndola, por momentos, en una pesadilla. Al menos, eso parece desde fuera.

Fue Wired quien publicó hace varios meses un artículo donde se examinaban a fondo las circunstancias de la nueva exitencia de Merrill. Desde el punto de vista económico, a pesar de que la empresa de sí mismo ha alcanzado una capitalización bursátil de 1,2 millones de dólares, sólo ha conseguido ganar alrededor de 10.000 dólares en cinco años.

Sin embargo, parece que el dinero no es el principal móvil del protagonista de esta historia: a juzgar por su manera de actuar se ha convertido en una especie de masoquista social. A estas alturas, nadie sabe muy bien lo que trata de demostrar, pero Mike sigue bailando al son que marcan sus accionistas.

100.000 acciones

El primer paso de Merrill fue dividirse en 100.000 acciones, cada una de ellas valorada en un dólar, aunque al principio de su aventura apenas pudo colocar un total de 929 acciones entre una docena de amigos y familiares, entre los que también estaba su novia. Aunque el propio Mike tuvo desde el principio una amplia mayoría de la empresa, renunció desde el principio al derecho a voto sobre ella, limitándose a ejercer un control ejecutivo como CEO.

A continuación, creó una web -le costó 500 acciones, más 500 dólares- para que los accionistas tuvieran acceso en tiempo real a la información sobre el precio de las acciones y la fluctación de las cotizaciones. (Hoy, el precio de la acción apenas supera los ocho dólares, pero en algún momento han rebasado los veinte). También para que los accionistas pudiesen votar online las propuestas sobre la vida de Mike Merrill.


El incentivo para los compradores era la posibilidad de participar en las ganacias del emprendedor, pero parece que el dinero no es lo que convenció al centenar de inversores que llegaron después, adquiriendo casi 4.000 nuevas acciones.

Aunque en algún momento han tenido la posibilidad de especular con la compraventa, su principal objetivo ha sido tener derecho a entrar en la vida de Mike y controlarla para divertirse a su costa. Así comenzó una especie de Show de Truman que aún hoy no ha terminado. La última junta de accionistas se celebró en junio de este año, cuando se decidió por mayoría aprobar la renovación de una relación sentimental de Mike Murrill. No siempre fue así.

La última junta de accionistas se celebró en junio de este año, cuando se decidió por mayoría aprobar la renovación de una relación sentimental de Mike MurrillDe hecho, hace cinco años la pareja de Mike dejó de serlo precisamente por la presión de los inversores, que también censuraron una relación posterior del emprendedor, en esta ocasión con una mujer de nombre Marijke Dixon, que al parecer trató de hacer una OPA hostil para hacerse con el control de su novio, objetivo que finalmente consiguió.

Control total

No obstante, las injerencias de los accionistas han ido más lejos. Obligaron también a Mike a emprender una relación con una mujer polígama, y posteriormente a iniciar una serie de encuentros homosexuales. Además, cuando Merrill contrató un seguro de vida por valor de 100.000 dólares, los dueños virtuales de su vida le forzaron a nombrar al accionariado como beneficiario del mismo.
Entre otros asuntos, también decidieron que Mike tenía que votar al Partido Republicano, vestir únicamente con ropa de la marca Brooks Brothers y ser vegetariano. Incluso le impidieron hacerse una vasectomía o practicar cualquier tipo de ejercicio físico.

Aunque no existe ningún tipo de imposición legal que obligue al emprendedor a mantener en el tiempo su extravagante aventura empresarial, el excéntrico Mike ha expresado en varias ocasiones el deseo de mantener el experimento a largo plazo.

"Esto no es sobre generación de beneficios, aunque pueda llegar a pasar: es sobre un grupo de personas trabajando por un mismo objetivo", explica en su página web. En los últimos años, ha recibido insultos de toda clase, tanto por haber desarrollado una idea absurda -con la que ni siquiera se ha hecho millonario- como por haberse convertido en un juglar, sometiendo su vida al escrutinio de los otros. Quizás, simplemente, tenga síndrome de Estocolmo.

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