(Un texto de Picos Laguna en el suplemento dominical del
Heraldo de Aragón del 30 de noviembre de 2014)
En momentos complicados intentamos darle la vuelta a todo, para
empezar a las ganas de, trabajar y encontrar cómo hacerlo, Y explicarlo con
otra terminología que nos haga aparecer como diferentes e innovadores.
El término es una idea de Eric Ries, uno de esos
emprendedores en serie de Silicon Valley, joven, científico, listo y
triunfador. La imagen misma de esa parte de la Tierra que aloja muchas de las mayores
corporaciones de tecnología del mundo y miles de pequeñas empresas en formación
que llamamos 'start-ups' […]. Ries es
reconocido como pionero de la metodología Lean
Startup, que propone una receta para que los emprendimientos utilicen sus
recursos lo más eficientemente posible. Aunque habría que comenzar explicando que
emprender y empredimiento es trabajar sin más, es tener una idea y sacarla adelante
para ganarse el pan, aunque dicho a la manera del siglo XXI, en esa manía de
cambiar los nombres para hacer lo de siempre: trabajar y pensar cómo hacerlo.
Para los curiosos (y para los que se dejan impresionar por un
currículo), Ries creó tres 'start-ups';
en 2012 fue nombrado emprendedor residente por Harvard Business Review; hoy es
socio de Ideo (una consultora de diseño e innovación) y forma parte del consejo
directivo de varias 'startups'
tecnológicas. Además, es autor del superventas de 'New York Times' 'The Lean
Startup' en el que explica cómo abordar el lanzamiento de negocios, y del
popular blog para emprendedores 'Startup Lessons Learned'. Toda una eminencia a
sus 35 años.
Siguiendo sus indicaciones, un emprendedor en serie es quien
lanza varios proyectos a la vez o uno tras otro, y si la cosa va bien puede
llegar a convertirse en empresario en serie. De hecho, la mayoría de quienes
componen la famosa lista de multimillonarios de Forbes han sido emprendedores/empresarios
en serie.
TRES CONSEJOS
Entre los consejos que da hay tres que se reiteran: no
depender de otros demasiado, conocer el mercado y controlar la inversión. Nada
que no sepamos. Carlos Bravo Sánchez, un ingeniero industrial y doctor en ciencias
empresariales, y muy versado en el mundo 'online', ofrece una fórmula matemática
(Probabilidad de fracaso de 1dolar.org: Pf (1dolar.org) = (1 - 0,2 x 0,2 x 0,8)
x 100 = 96,8%) y que al aplicar sus variables explica que para tener éxito
tienes que haber fracasado una o dos veces antes. También, nada que no sepamos,
porque como cuenta la zaragozana Pilar Andrade, ex presidenta de la Confederación
Española de Asociaciones de Jóvenes Empresarios (Ceaje), en EE.UU. un empresario/emprendedor
que fracasa es un valor en alza, «porque sabe dónde no va a volver a errar».
Aquí, sin embargo, es casi un apestado.
Bravo Sánchez es el creador de '1dolar.org', un proyecto
solidario con intereses económicos porque, como él mismo cuenta, «por una parte
apoya a una oenegé y por otra busca igualmente generar beneficios. La idea es
un poco 'friki'. Cogemos un famoso y ponemos su cara en un dólar real. Lo firma
y lo ponemos a subastar. Los beneficios van directamente al proyecto social elegido.
A la vez habrá unos 125 ejemplares sin firmar que se venderán 'online’ para
financiar el proyecto. Se hará una serie con 20 famosos y ya tenemos las primeras
confirmaciones. Ahí queda.
Pero volvamos al emprendimiento. Les ahorro, eso sí, la
terminología que inunda este mundo como, por ejemplo, el 'producto mínimo viable'
que es analizar el supuesto éxito de un producto en el mercado. Y ya no les
mareo más, porque el universo de la nueva terminología es tan simple como esto:
usted tiene una idea, analiza sus posibilidades, si hay o no demanda, busca financiación
y la saca a la calle. Así lo explica Alicia Asín cuando cuenta cómo nació
Libelium, una empresa de tecnología avanzada que surgió de una tesis doctoral
de su socio David Gascón en 2006 para convertirse en una empresa con 3.006
euros y con ayuda la Universidad de Zaragoza (a la que llaman 'spin off' y de las
que hoy existen 26): Libelium exporta ahora el 90 % de su facturación a más de
75 países, principalmente a EE. UU. Sus productos han medido la radiación en Fukushima,
han colocado sus sensores en el espacio a bordo del Ardusat (primer satélite 'open
source') o han ayudado a crear dispositivos que mejoran la salud en países en
desarrollo. Y todo ello desde aquí.
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