(Un texto de Marco Antonio Martín en el suplemento dominical
de El Mundo del 16 de febrero de 2014)
Hace más de un siglo nació el primer vehículo con esta
tecnología. Ferdinand Porsche ideó este modelo que combinaba propulsores
alimentados por baterías y un motor de gasolina.
El primer automóvil de Ferdinand Porsche fue un eléctrico
accionado por motores en los cubos de rueda, que recibió el nombre de Lohner-Porsche
y que causó sensación en la Exposición Universal de París de 1900. No menos
visionaria fue, ese mismo año, la combinación de los propulsores alimentados
por baterías con un motor de gasolina; así nació el principio de la propulsión
híbrida en serie, denominado Semper Vivus. Según un informe del Museo Porsche,
"con el fin de ahorrar peso y crear espacio para un motor de gasolina, Ferdinand
Porsche cambió la batería original de 74 celdas de sus coches eléctricos por
una más pequeña. Para generar comente instaló en el centro del vehículo dos
motores de gasolina De Dion-Bouton de 3,5 CV con refrigeración líquida, los
cuales accionaban a dos alternadores con 2,5 CV cada uno, Los motores
funcionaban de forma independiente y entregaban 20 amperios cada uno con una
tensión de 90 voltios".
Pero el Semper Vivus no impresionó a los compradores debido
a su diseño espartano, así que Porsche desarrolló una variante: el
Lohner-Porsche Mixte. Para generar corriente utilizó un motor de cuatro
cilindros de 5,5 litros con 25 CV de la Daimler. Solo se construyeron siete
unidades con este motor y, a partir de 1903, se utilizaron mecánicas de Panhard
& Levassor. Pese al enorme esfuerzo de desarrollo técnico, solo se
vendieron 11 automóviles híbridos entre 1900 y 1905. El problema fue su elevado
precio: entre 14.400 y 34.028 coronas, casi el doble que un coche convencional.
En el mercado reaparecieron los híbridos a finales de los
años 90 en Japón (Toyota Prius, 1997) y luego en Estados Unidos, inspirados en
las patentes de Víctor Wouk.
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