(Un texto de Beatriz Alquézar en el suplemento económico del
Heraldo de Aragón del 28 de septiembre de 2014)
El 'boom' del autoempleo que ha traído la crisis se ha
traducido en un aumento de los centros preparados para alojar emprendedores.
Bajo distintas denominaciones de incubadora, vivero, semillero o acelerador,
los nuevos espacios dan una oportunidad a quienes no pueden permitirse alquilar
una oficina tradicional. Desde el sector se advierte que hay una sobreoferta de
plazas, tanto públicas como privadas.
Los emprendedores han aparecido en los últimos tiempos casi
como setas, al igual que los llamados viveros donde sus ideas echan raíces para
crecer y convertirse en empresas viables. Zaragoza cuenta con una amplia oferta
de este modelo que ofrece a quienes empiezan un espacio económico, rodeados de
otros compañeros con los que intercambiar experiencias -además de
sufrimientos-, con los que crear un «ecosistema». Además, entre sus servicios suelen
ofrecer formación y asesoramiento. Pese al 'boom' del emprendimiento que ha
traído la crisis, la oferta de viveros se encuentra ahora por encima de la
demanda y desde el sector privado se habla de sobreoferta. El Ayuntamiento de
Zaragoza ha sido uno de los agentes más activos en la puesta en marcha de
semilleros, incubadoras, viveros, aceleradoras, etc. Términos que se aplican a
los proyectos de los emprendedores en sus distintas fases, desde el nacimiento
hasta llegar a la fase de empezar a crecer.
A estos nuevos espacios, nacidos para cubrir las necesidades
de los emprendedores, se unen las tradicionales oficinas, que con el parón del
sector y el excedente en la capital tratan de reciclarse y buscar nuevos
inquilinos añadiendo servicios más propios de un vivero como zonas de
'coworking'. Esta fórmula de trabajo reduce la antigua oficina a la mínima
expresión, una mesa y una silla, que puede ser siempre la misma o no, en un
espacio con más trabajadores, todo ello para abaratar costes y buscar
sinergias.
Desde el más veterano de los viveros, el CEEI Aragón, nacido
en 1992, su director, José Luis Latorre, no cree que exista competencia sino 'coopetencia'
entre los distintos centros, un ténnino que hace referencia a la mezcla de
cooperación y competencia. «Cada uno tiene que buscar su foco», apunta, sobre la
especialización por el tipo de sectores a los que se dirige. En el caso del
CEEI, surgido dentro de una red europea de centros para potenciar la
reindustrialización de Europa en los noventa, acoge a empresas TIC, de energía,
biotecnología y todo con un componente industrial ya que el tamaño de sus instalaciones
se lo permite (cuentan con oficinas y naves). «No creamos proyectos de
autoempleo sino empresas que nacen con vocación de ser una multinacional», explica.
Los proyectos que se instalan tienen una inversión inicial media de entre
80.000 y 100.000 euros. La estancia es de tres años (aunque se puede ampliar),
uno más que en los viveros tradicionales.
Latorre no cree que se haya frenado el espíritu emprendedor,
al contrario, en los dos años que lleva al frente del CEEI ha comprobado que «ha
crecido el número de emprendedores». […]
El Ayuntamiento de Zaragoza ha abierto cuatro viveros, casi
uno por año, desde 2010. «Cuando empezamos no había ningún espacio privado»,
recuerda Ricardo Cavero, director de Ciencia y Tecnología del Consistorio. Hace
cuatro años «no había ninguno relacionado con el emprendimiento, no solo de
empresas, sino como un espacio que cree un ecosistema», explica. Además,
recuerda que todos los centros cuentan con gestión privada. Eso sí, considera
que «con los cuatro centros podemos cubrir la demanda que hay en este momento».
El Ayuntamiento ha apostado por la especialización para «dirigir» los proyectos
que recibe al espacio más adecuado. El más veterano, Zaragoza Activa, se
especializa en iniciativas sociales; CIEM en energía, medioambiente, TIC y
salud; CIEM Torre Delicias, en innovación en el aprendizaje, y La Terminal, en
industrias audiovisuales, TIC y ciudades inteligentes.
Considera importante que las administraciones «hagan un
esfuerzo por seguir manteniendo esa cultura de innovación y emprendimiento». En
este sentido, apunta al trabajo que realiza la Fundación Zaragoza Ciudad del
Conocimiento, ubicada en Etopia. Entre sus últimos proyectos dirigidos a
emprendedores figura el Campus Iberoamericano que se celebrará este año en
Buenos Aires y el que viene en Zaragoza, surgido del congreso de la
Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) celebrado hace unos meses en la
capital aragonesa. Incluye un concurso de emprendedores, del que saldrá un
aspirante por país y uno zaragozano, al que se han presentado unas 15
propuestas locales. Consideran que es un buen indicador de que sigue habiendo
espíritu emprendedor.
Desde el sector privado son más pesimistas y creen que el
'boom' de emprendedores ha pasado, además de que las condiciones de
financiación no mejoran y el colchón que suponía capitalizar el paro se ha
gastado en muchos casos. Y la competencia sigue aumentando. «El Ayuntamiento de
Zaragoza está siendo realmente un competidor demasiado duro, incluso en que los
precios están por debajo de mercado», lamenta Víctor Guerrero, uno de los
impulsores del espacio de 'coworking' The
Hackership. «Que haya competencia no es malo, siempre que se juegue con las
mismas reglas», dice.
Su centro cumple esta semana un año desde su puesta en
marcha. Han logrado el 90% de ocupación, con empresas de nuevas tecnologías principalmente,
y conviven unos 30 emprendedores. Asegura que «el precio es un factor clave» a
la hora de ganar clientes y en su caso tratan de ser flexibles. En este año
esperan reforzar la formación y llegar al 100% de ocupación.
«Está descompensada la oferta y la demanda», afirma Luis
Sacacia, gerente del centro de negocios BSSC. El centro de La Romareda tiene
ocupados el 95% de sus despachos y un 50% de la zona de 'coworking'. Sacacia
cree que este último «no acaba de encajar en Zaragoza». Aunque reconoce que es una
forma de trabajar «buena y económica», por su experiencia opina que los
emprendedores buscan más «un despacho cerrado, tener algo propio», incluso para
quienes acaban de empezar. El centro está abierto a negocios de todos los
sectores. Se queja de la bajada de precios a la que ha obligado el aumento de
la competencia, sobre todo pública, aunque ellos han apostado por la calidad. Han
ampliado servicios y cuentan con zonas comunes originales como un área de ocio
(SKP).
Entre los viveros del Ayuntamiento, el que más ha crecido -y
el más veterano- ha sido Zaragoza Activa. Ubicada en la antigua azucarera del
Arrabal, cuenta con un semillero de empresas y un vivero. Este último lo
gestiona desde este año la firma zaragozana Milenium 3. De las 17 oficinas con
que cuenta, 12 están ocupadas. Reconocen que se nota el parón estival y el
aumento de la competencia. «El 'boom' de emprendedores ha sido más fuerte en los
años anteriores») apunta Saúl Pérez, desde la empresa gestora. La actividad del
centro, con unos 40 eventos mensuales, considera que es uno de sus atractivos. Además,
entre los servicios a los que pueden acceder los emprendedores está La
Colaboradora, un banco de tiempo basado en el intercambio de servicios entre 200
socios nacido este año.
«Es evidente que en los últimos tres años Zaragoza ha vivido
un cambio muy importante, en lo que a propuestas para emprendedores se refiere.
Yo estoy convencida de que no es una moda puntual o solo una medida rápida para
combatir el desempleo», afirma Julia Julve, gerente de CIEM Zaragoza y CIEM
Torre Delicias, de la firma vasca Init. Destaca que los emprendedores que
acuden al centro buscan «un foco en el que compartir experiencias, encontrar
sinergias y estar a gusto».
Los centros tratan de diferenciarse, además de con la oferta
formativa con la colaboración entre los propios 'coworkers'. El CIEM cuenta con
el «Viernes feliz» como una jornada de convivencia de forma periódica para que
todos se vean las caras y hagan desde presentaciones a ofertas. En La Terminal,
por ejemplo, celebran El café del emprendedor una vez al mes para juntar a los
inquilinos. En el caso de Zaragoza Activa, ahora se busca atraer al público empresarial
a través de un programa de formación en el que algunas clases son impartidas
por los propios emprendedores. Con ello quieren ayudarles a demostrar lo que
valen. «Algunos creen que, de cara al exterior, les resta valor estar en un
vivero», confiesa Pérez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario