viernes, 20 de marzo de 2015

Espacio busca emprendedor



(Un texto de Beatriz Alquézar en el suplemento económico del Heraldo de Aragón del 28 de septiembre de 2014) 

El 'boom' del autoempleo que ha traído la crisis se ha traducido en un aumento de los centros preparados para alojar emprendedores. Bajo distintas denominaciones de incubadora, vivero, semillero o acelerador, los nuevos espacios dan una oportunidad a quienes no pueden permitirse alquilar una oficina tradicional. Desde el sector se advierte que hay una sobreoferta de plazas, tanto públicas como privadas. 

Los emprendedores han aparecido en los últimos tiempos casi como setas, al igual que los llamados viveros donde sus ideas echan raíces para crecer y convertirse en empresas viables. Zaragoza cuenta con una amplia oferta de este modelo que ofrece a quienes empiezan un espacio económico, rodeados de otros compañeros con los que intercambiar experiencias -además de sufrimientos-, con los que crear un «ecosistema». Además, entre sus servicios suelen ofrecer formación y asesoramiento. Pese al 'boom' del emprendimiento que ha traído la crisis, la oferta de viveros se encuentra ahora por encima de la demanda y desde el sector privado se habla de sobreoferta. El Ayuntamiento de Zaragoza ha sido uno de los agentes más activos en la puesta en marcha de semilleros, incubadoras, viveros, aceleradoras, etc. Términos que se aplican a los proyectos de los emprendedores en sus distintas fases, desde el nacimiento hasta llegar a la fase de empezar a crecer.

A estos nuevos espacios, nacidos para cubrir las necesidades de los emprendedores, se unen las tradicionales oficinas, que con el parón del sector y el excedente en la capital tratan de reciclarse y buscar nuevos inquilinos añadiendo servicios más propios de un vivero como zonas de 'coworking'. Esta fórmula de trabajo reduce la antigua oficina a la mínima expresión, una mesa y una silla, que puede ser siempre la misma o no, en un espacio con más trabajadores, todo ello para abaratar costes y buscar sinergias.

Desde el más veterano de los viveros, el CEEI Aragón, nacido en 1992, su director, José Luis Latorre, no cree que exista competencia sino 'coopetencia' entre los distintos centros, un ténnino que hace referencia a la mezcla de cooperación y competencia. «Cada uno tiene que buscar su foco», apunta, sobre la especialización por el tipo de sectores a los que se dirige. En el caso del CEEI, surgido dentro de una red europea de centros para potenciar la reindustrialización de Europa en los noventa, acoge a empresas TIC, de energía, biotecnología y todo con un componente industrial ya que el tamaño de sus instalaciones se lo permite (cuentan con oficinas y naves). «No creamos proyectos de autoempleo sino empresas que nacen con vocación de ser una multinacional», explica. Los proyectos que se instalan tienen una inversión inicial media de entre 80.000 y 100.000 euros. La estancia es de tres años (aunque se puede ampliar), uno más que en los viveros tradicionales.

Latorre no cree que se haya frenado el espíritu emprendedor, al contrario, en los dos años que lleva al frente del CEEI ha comprobado que «ha crecido el número de emprendedores». […]

El Ayuntamiento de Zaragoza ha abierto cuatro viveros, casi uno por año, desde 2010. «Cuando empezamos no había ningún espacio privado», recuerda Ricardo Cavero, director de Ciencia y Tecnología del Consistorio. Hace cuatro años «no había ninguno relacionado con el emprendimiento, no solo de empresas, sino como un espacio que cree un ecosistema», explica. Además, recuerda que todos los centros cuentan con gestión privada. Eso sí, considera que «con los cuatro centros podemos cubrir la demanda que hay en este momento». El Ayuntamiento ha apostado por la especialización para «dirigir» los proyectos que recibe al espacio más adecuado. El más veterano, Zaragoza Activa, se especializa en iniciativas sociales; CIEM en energía, medioambiente, TIC y salud; CIEM Torre Delicias, en innovación en el aprendizaje, y La Terminal, en industrias audiovisuales, TIC y ciudades inteligentes.

Considera importante que las administraciones «hagan un esfuerzo por seguir manteniendo esa cultura de innovación y emprendimiento». En este sentido, apunta al trabajo que realiza la Fundación Zaragoza Ciudad del Conocimiento, ubicada en Etopia. Entre sus últimos proyectos dirigidos a emprendedores figura el Campus Iberoamericano que se celebrará este año en Buenos Aires y el que viene en Zaragoza, surgido del congreso de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) celebrado hace unos meses en la capital aragonesa. Incluye un concurso de emprendedores, del que saldrá un aspirante por país y uno zaragozano, al que se han presentado unas 15 propuestas locales. Consideran que es un buen indicador de que sigue habiendo espíritu emprendedor.

Desde el sector privado son más pesimistas y creen que el 'boom' de emprendedores ha pasado, además de que las condiciones de financiación no mejoran y el colchón que suponía capitalizar el paro se ha gastado en muchos casos. Y la competencia sigue aumentando. «El Ayuntamiento de Zaragoza está siendo realmente un competidor demasiado duro, incluso en que los precios están por debajo de mercado», lamenta Víctor Guerrero, uno de los impulsores del espacio de 'coworking' The Hackership. «Que haya competencia no es malo, siempre que se juegue con las mismas reglas», dice.

Su centro cumple esta semana un año desde su puesta en marcha. Han logrado el 90% de ocupación, con empresas de nuevas tecnologías principalmente, y conviven unos 30 emprendedores. Asegura que «el precio es un factor clave» a la hora de ganar clientes y en su caso tratan de ser flexibles. En este año esperan reforzar la formación y llegar al 100% de ocupación.

«Está descompensada la oferta y la demanda», afirma Luis Sacacia, gerente del centro de negocios BSSC. El centro de La Romareda tiene ocupados el 95% de sus despachos y un 50% de la zona de 'coworking'. Sacacia cree que este último «no acaba de encajar en Zaragoza». Aunque reconoce que es una forma de trabajar «buena y económica», por su experiencia opina que los emprendedores buscan más «un despacho cerrado, tener algo propio», incluso para quienes acaban de empezar. El centro está abierto a negocios de todos los sectores. Se queja de la bajada de precios a la que ha obligado el aumento de la competencia, sobre todo pública, aunque ellos han apostado por la calidad. Han ampliado servicios y cuentan con zonas comunes originales como un área de ocio (SKP).

Entre los viveros del Ayuntamiento, el que más ha crecido -y el más veterano- ha sido Zaragoza Activa. Ubicada en la antigua azucarera del Arrabal, cuenta con un semillero de empresas y un vivero. Este último lo gestiona desde este año la firma zaragozana Milenium 3. De las 17 oficinas con que cuenta, 12 están ocupadas. Reconocen que se nota el parón estival y el aumento de la competencia. «El 'boom' de emprendedores ha sido más fuerte en los años anteriores») apunta Saúl Pérez, desde la empresa gestora. La actividad del centro, con unos 40 eventos mensuales, considera que es uno de sus atractivos. Además, entre los servicios a los que pueden acceder los emprendedores está La Colaboradora, un banco de tiempo basado en el intercambio de servicios entre 200 socios nacido este año.

«Es evidente que en los últimos tres años Zaragoza ha vivido un cambio muy importante, en lo que a propuestas para emprendedores se refiere. Yo estoy convencida de que no es una moda puntual o solo una medida rápida para combatir el desempleo», afirma Julia Julve, gerente de CIEM Zaragoza y CIEM Torre Delicias, de la firma vasca Init. Destaca que los emprendedores que acuden al centro buscan «un foco en el que compartir experiencias, encontrar sinergias y estar a gusto».

Los centros tratan de diferenciarse, además de con la oferta formativa con la colaboración entre los propios 'coworkers'. El CIEM cuenta con el «Viernes feliz» como una jornada de convivencia de forma periódica para que todos se vean las caras y hagan desde presentaciones a ofertas. En La Terminal, por ejemplo, celebran El café del emprendedor una vez al mes para juntar a los inquilinos. En el caso de Zaragoza Activa, ahora se busca atraer al público empresarial a través de un programa de formación en el que algunas clases son impartidas por los propios emprendedores. Con ello quieren ayudarles a demostrar lo que valen. «Algunos creen que, de cara al exterior, les resta valor estar en un vivero», confiesa Pérez.

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