(Un artículo de Tino Fernández en el suplemento económico de
El Mundo del 14 de abril)
Por muy harto que puedas estar de él o por buena que sea la
relación, no olvides que no es tu amigo... Es tu jefe. Aquí van algunos
consejos para que nunca traspases ciertos límites y asegures la vida
profesional. Crea un espacio de seguridad y toma precauciones.
En más de una
ocasión te habrás preguntado cuáles son las ventajas de socializar con tu jefe
más allá del horario de oficina. Los expertos aseguran que esta socialización,
bien entendida, permite obtener beneficios cuando se trata de hacer equipo.
Repercute en el compromiso y en la productividad, y esto, finalmente, incide
directamente en la cuenta de resultados de la compañía.
También estarás
preocupado acerca de cuáles son los peligros de esta socialización, de que tu
superior pueda saber demasiado acerca de tí y pueda utilizar esa información en
tu contra.
Hay quien piensa que
no está de más crear espacios para tener conversaciones difíciles. Pero debes
tener cuidado. Es indudable que existen aspectos de tu vida que es mejor que tu
jefe no conozca, y hay cosas que nunca debes decirle.
Por supuesto,
dejaremos aparte lo obvio: aquellas cuestiones sobre las que nunca te podrán
preguntar en una entrevista de trabajo y mucho menos después, cuando ya hayas
conseguido el puesto: creencias religiosas, afiliación política, extracción
social, si eres de buena familia, cuánto gana tu pareja, orientación sexual, si
padeces algún tipo de enfermedad...
1. Nunca le cuentes a
tu jefe lo que haces durante tu tiempo libre; si has salido por la noche; si
has quedado con amigos; o si has estado ayudando a uno de tus hijos a estudiar
para un examen... No debería interesarle y no tiene por qué saberlo.
Cuidado con lo que
pones en Facebook o en Twitter, sobre todo si se te ha ocurrido agregarle y
sabes que puede vigilarte en las redes sociales. Es obvio, pero nunca le
critiques a él o a tu empresa en las redes sociales. Insultar es una temeridad.
No se trata sólo de
colgar fotos o hacer comentarios subidos de tono o inapropiados. Hay quien,
creyendo que hace un uso adecuado de las redes, asume un altísimo riesgo
profesional.
Ten en cuenta que
determinadas herramientas y fórmulas de contacto hacen posible una
accesibilidad las 24 horas que acarrea una disponibilidad nunca vista por parte
de los empleados. Todo esto supone que la línea entre la vida personal y la
profesional queda casi completamente difuminada. Pero también implica un cambio
brutal del mercado laboral. Es la punta del iceberg de una nueva forma de
trabajar, de un nuevo modelo de relación de los profesionales con las compañías.
2. Si tu jefe no está
a la altura de tus necesidades y expectativas (por decirlo de una manera
amable) debes transmitir con serenidad, firmeza y corrección lo que crees que
hay que mejorar. Si después de hacerlo no hay cambios que te satisfagan, la opción
es clara: márchate a otro proyecto profesional. Esto, en resumidas cuentas, es
lo que suele llevar a decir que la gente se va de sus jefes, no de sus
empresas.
3. No le digas jamás a
quien te manda que estás buscando trabajo. Agradecerás este consejo si
finalmente no lo consigues. Cuando uno busca empleo desde su actual puesto, las
consecuencias dependen de quién lo sepa. No es igual mantenerlo en secreto o
que el jefe esté al tanto de esa búsqueda. Y las implicaciones personales y
profesionales pueden ser distintas si, a pesar de no haberlo comunicado,
nuestro superior se entera.
4. Nunca te vendas por
encima de tus posibilidades. No digas lo que no eres. No se trata de decir a tu
jefe y a los demás lo grande que eres, sino de mostrarlo sin ningún reparo.
Decir la verdad te llevará a ganarte la confianza y el respeto de quien te
manda y eso ayuda a construir una reputación sólida.
Hay que dominar la
habilidad para transmitirlo sutil pero claramente.
5. No se te ocurra
decirle que estás mal pagado, y mucho menos comparar su sueldo o el de otros
compañeros con el tuyo.