domingo, 16 de agosto de 2020

Se busca inversor a menos de 100 kilómetros de casa


(Un artículo de Sergio Saiz en El Mundo del 24 de marzo de 2013)

Los 'business angel' prefieren participar en compañías que están cerca de su residencia para supervisar de cerca el negocio. 

Conseguir financiación para montar un negocio sigue siendo el principal quebradero de cabeza para un emprendedor, que ante la falta de crédito bancario recurre cada vez con más frecuencia a su familia y conocidos en busca de apoyo para desarrollar una idea. Pero se necesitan muchos amigos para juntar el millón de euros que, de media, se invierte en un nuevo negocio en España, por lo que buscar un socio capitalista se ha convertido en la mejor alternativa para lograr fondos. Descartado el capital riesgo, que entra en las fases de expansión cuando el negocio ya ha demostrado su viabilidad, los business angel se convierten en los socios por excelencia de los emprendedores durante los primeros cuatro años de vida de la compañía, un plazo en el que sólo sobrevive una de cada diez nuevas empresas.

Antes de la crisis, un business angel era un empresario o alto directivo que invertía su patrimonio en sectores en los que tenía experiencia. Ahora, «el perfil se ha popularizado a medida que entran en este mercado profesionales con menos capital dispuestos a hacer aportaciones más pequeñas, de alrededor de 30.000 euros», explica Albert Colomer, director de la Red Española de Business AngeIs (Esban). Pero, ¿dónde se encuentran estos socios capitalistas y cómo se les puede convencer para que inviertan en una idea?

DÓNDE. Quien necesite a estos pequeños inversores, que suelen unirse formando sindicatos para alcanzar hasta el 30% del capital de una compañía que está dando sus primeros pasos, lo primero que hay que saber es que sólo se fijan en negocios que estén a menos de 100 kilómetros de su casa o, como asegura Colomer, «a una hora de vuelo», Y el radio se hace más pequeño cuanto menos profesional es el inversor. El director de Esban explica que siempre habrá intercambio entre los grandes centros financieros como Madrid y Barcelona, a menos de una hora de distancia en avión, pero tiene poco sentido intentar buscar un socio en estas ciudades para un negocio ubicado en la otra punta de España. El problema es que concentran un mayor número de inversores privados, prácticamente el 70% del total, según un informe de la plataforma para emprendedores Necotium.

En el caso de los business angel tradicionales y más profesionalizados, que invierten cantidades que superan los 150.000 euros por proyecto, si se pueden plantear entrar en el capital de compañías que estén más lejos, incluso fuera del país, aunque lo hacen a través de otros empresarios a los que ya conocen y que son quienes se encargan de gestionar su participación en el proyecto.

Aun así, en España, lo que prima son los inversores más modestos, atraídos por los incentivos fiscales de estas aportaciones. Entre las desgravaciones autonómicas y estatales, por cada 30.000 euros que se destinen a apoyar la creación de un nuevo negocio, se pueden ahorrar 6.000 euros anuales. A esto hay que sumar una rentabilidad aproximada, si la compañía tiene éxito, del 20%, que es el mínimo que tiene que prometer un emprendedor para conquistar a un business angel, frente al 30% que podría llegar a exigirle una firma de capital riesgo.

Con la crisis también se ajustan las exigencias de los emprendedores, que pedían alrededor de un millón de euros para empezar a operar; pero ahora los proyectos se planifican con descuentos de hasta el 40%, apunta Colomer. Eso facilita la entrada de socios más pequeños, aunque para alcanzar una participación significativa de capital se necesita convencer, al menos, a tres o cuatro pequeños inversores dispuestos a confiar sus ahorros a un emprendedor.

CÓMO SE CONVENCE A UN INVERSOR PRIVADO

Más de 40 redes profesionales de 'business angel' controlan un presupuesto de cerca de 70 millones de euros anuales para apoyar la creación de empresas en España. Basta con acercarse a una de ellas para entrar en contacto con potenciales Inversores. aunque superar los filtros que establecen estas organizaciones no es sencillo. Las cifras del proyecto, que debe ofrecer rentabilidades cercanas al 20%, son la carta de presentación y, posiblemente, lo que más llame la atención. Pero, sin embargo, lo fundamental es el equipo humano: «Si el emprendedor no convence, ya nos podemos olvidar del proyecto», asegura Manuel Matés, profesor de Esade y autor del informe 'La inversión de business angels en España: primera fuente de financiación para emprendedores'.

Albert Colomer, director de Esban, coincide con Matés: «Invertimos en personas que sean capaces de llevar a cabo el desarrollo que proponen». Lo ideal, según el profesor de Esade, es que sean al menos dos fundadores que se complementen por la capacidad técnica de uno y por las dotes de gestión empresarial del otro. Otro aspecto clave es contar con una tecnología propia, una patente o un elemento diferencial, «que garantice el rápido crecimiento que buscamos los 'business angel' al contar con una ventaja antes de que lleguen otros competidores», explica Colomer. Matés añade que también «ayuda tener una primera venta», aunque no es un factor determinante.

Por supuesto, también influye el mercado: cuanto más internacional, mejor. y, por supuesto, hay que plantear un mecanismo de salida para el inversor, que en el caso de los 'business angel' debería producirse antes de los cuatro años, aunque en España estos plazos se han alargado el doble. Los sectores que más llaman la atención son, en general, los relacionados con Internet, que copan cerca del 40% de los proyectos, según datos de Esban, aunque mercados como el de la cultura o la salud están de moda.

Dudas frecuentes
DÓNDE ESTÁN: Prácticamente la mitad de la inversión de los 'business angel' se centra en Barcelona. La siguiente ciudad más importante es Madrid, seguida de Valencia, Bilbao y Mallorca.

CÓMO LOCALIZARLOS: En España hay 41 redes profesionales de inversores privados. Barcelona es pionera en este campo, ya que es donde hay más cultura de empresarios y directivos por apoyar nuevas iniciativas.

QUIÉN PUEDE ACUDIR A ELLOS: Empresas como Google o Facebook contaron en sus inicios con este tipo de inversores en su accionariado. Apoyan modelos de negocio novedosos, que cuentan principalmente con una tecnología propia o una patente.

QUÉ PIDEN A CAMBIO: Exigen una rentabilidad media del 20% de su inversión a lograr en un plazo de cuatro años. Aun así, con la crisis, estos plazos se han alargado y suelen continuar en el accionariado durante siete u ocho años.

CUÁNTO INVIERTEN: Los 'business angel' tradicionales destinan entre 150.000 y 200.000 euros de media por proyecto. Sin embargo, el nuevo perfil, más democratizado, destina un mínimo de 30.000 euros, lo que exige contar con más de un socio. Más del 80% de las operaciones que se cierran son conversiones de varios accionistas, según datos de Necotium.

QUÉ PARTICIPACIÓN ADQUIEREN: Estos socios no buscan tener el control de la compañía, que dejan en manos de los emprendedores para que puedan desarrollar su proyecto. Sin embargo, suelen tomar paquetes significativos, que rondan el 30% del capital, de forma que su participación sea atractiva para un fondo de capital riesgo cuando llegue la hora de desinvertir.

¿INTERFIEREN EN LA GESTIÓN?: Aunque dejan el control en manos de los fundadores, al ser empresarios y directivos con experiencia en el sector, suelen participar en la estrategia. SI bien no suelen estar en el día a día de la empresa, tampoco se trata exclusivamente de socios capitalistas que se mantienen alejados de la empresa, de ahí que sólo inviertan en negocios que estén cerca de su lugar de residencia.

domingo, 2 de agosto de 2020

Elogio del fracaso


(Extraído de un texto de Carmen Posadas en el XLSemanal del 31 de enero de 2016)

En el año 2012, tres amigos se reunieron en Ciudad de México en torno a una botella de mezcal para hablar de sus fracasos. Se dieron cuenta entonces de que, a pesar de la gran amistad que los unía, nunca habían hablado con tanta franqueza y que comentar sus horribles meteduras de pata no sólo era terapéutico, sino muy útil porque les permitía aprender de sus respectivos fiascos. Decidieron poner en marcha las Fuckup Nights, unas charlas presenciales (o grabadas) al estilo de las Ted Talks. Estas charlas, que duran de 7 a 10 minutos, están pensadas para hablar no de éxitos, logros, laureles ni oraciones atendidas, sino de monumentales fracasos. Hay quien cuenta, por ejemplo, cómo un error tipográfico, una palabra mal escrita en la etiqueta de su carísimo vino rosado, llegó a costarle un disgusto de 10.000 dólares. Otro, más modestamente, explicó su brillante idea de poner una pastelería ¡en el portal contiguo de una clínica de adelgazamiento! Un tercero se lamentó de que había montado un bar con su amigo de toda la vida, que resultó ser un holgazán de tomo y lomo. Al principio, los responsables de Fuckup Nights tenían dificultades para encontrar voluntarios que quisieran contar sus experiencias desastrosas. Vivimos en un mundo en el que lo que se premia es todo lo contrario, el éxito fulgurante. Uno que ahora parece estar más cerca de la mano que nunca en la historia. Con antecedentes como los 35,7 millones de dólares de patrimonio de Mark Zuckerberg, gracias a la genial idea de crear un club de amigos como Facebook, o los casos de Steve Jobs o Bill Gates, que han reeditado el mito estadounidense de que se puede hacer una fortuna desde el garaje de tu casa, todo el mundo piensa que es un multimillonario en potencia. Y, sin embargo, se calcula que entre las empresas pequeñas que se crean, y en especial las que tienen que ver con Internet, el número de proyectos que naufragan es del 75 por ciento, y en algunos países, del 80. No obstante, tal como ocurrió con los fundadores de Fuckup Nights, muchos consiguen sacar rédito de sus primeras meteduras de pata. Ellos, por ejemplo, se han dedicado a montar diversas asesorías y ahora este tipo de encuentros se celebra en 70 ciudades en más de 26 países, lo que ha llamado la atención de varias universidades relevantes. “Nada enseña tanto como el fracaso -explica el responsable de una empresa de capital riesgo que invierte dinero en nuevas ideas de jóvenes empresarios-. De hecho, la primera pregunta que nosotros hacemos a los que buscan nuestra financiación -dice- es precisamente esa. ‘¿Cuántas veces has errado el tiro?’. Si contestan que ninguna, les decimos. ‘Vuelve cuando hayas fracasado’”.

Me encantan las iniciativas que van a contracorriente, también las desmitificadoras. Pienso que, tal como se apunta más arriba, el éxito se ha convertido en una especie de obligación, a cualquier precio y a costa de lo que sea. La presión que se ejerce sobre los chicos que salen de la universidad, por ejemplo, es brutal. Después de haberlos sobreprotegido y mimado entre algodones hasta bien entrada la veintena haciéndoles creer que vivían en Disneylandia, de pronto muchos de ellos se encuentran con una gran carrera, varios másteres, tres idiomas, pero muchas menos posibilidades de encontrar empleo que nuestra generación. Por eso creo que son necesarios estos foros en los que puede intercambiarse experiencia. No de arriba abajo jerárquicamente, como se ha hecho hasta ahora, con adultos que cuentan sus batallitas a unos jóvenes que no se dan por aludidos, sino de igual a igual, de joven fracasado a joven fracasado. ¿Que suena mal la palabra? Ahí precisamente es donde está el error. El responsable de uno de estos fiascos estrepitosos sostiene que la suma de experiencia con análisis post mortem de la iniciativa fracasada y ganas de salir adelante es un trinomio imbatible. Si a eso le unimos que el haber metido la gamba es, en muchas empresas de capital riesgo condición sine qua non para conseguir financiación, ya tenemos la perfecta ecuación ganadora.
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