domingo, 23 de marzo de 2014

El éxito, ¿es cuestión de suerte?



(Un artículo de Carlos Salas en el suplemento económico de El Mundo del 7 de diciembre de 2008)

La Humanidad tiene una deuda enorme con el Club de Madres de Lakeside. A finales de los años 60, estas norteamericanas reunieron los ahorros de una rifa y compraron un terminal llamado ASR-33 que regalaron a la escuela del pueblo. Era una máquina de escribir electrónica unida a un tosco ordenador con una impresora. 

Uno de los chicos que decidió pasar su tiempo en esta máquina se llamaba Bill Gates. Con sus conocimientos del lenguaje de ordenador Basic, Gates se puso a programar juegos para sus amigos y, poco a poco, le fue picando el gusanillo. Lo que vino después ya es historia: Gates y sus amigos fundaron Microsoft, crearon programas para ordenador y hoy sus productos están en el 80% de las máquinas del mundo. 

¿Qué habría pasado si las madres de Lakeside no hubieran regalado ese aparato a la escuela? Esto da que pensar. Hay historias de éxito que dependen del azar. Por ejemplo la penicilina. El doctor Fleming había dejado unos cultivos bacterianos en su laboratorio, y un día, al salir, se dejó la puerta abierta. Un tipo de hongo con el que estaban trabajando sus colegas en el piso superior viajó por el aire y accidentalmente cayó en la placa donde vivían bacterias. Al regresar, el doctor Fleming comprobó que las bacterias estaban muertas a causa del moho penicilium. Así nació la penicilina, un antibiótico que ha salvado millones de vidas y que ha dado pie a una industria farmacéutica de proporciones colosales. ¿Qué habría pasado si Fleming no hubiera sido un despistado? 

Dan Brown era compositor y cantante pero le molestaba salir a un escenario. Durante un viaje a Tahití leyó un libro de Sydney Sheldon titulado La conspiración del Juicio Final y al terminarlo se dijo: «Yo puedo hacer algo así». Entonces, volcó sus esfuerzos en la literatura hasta que escribió varias obras sin mucho éxito. Al final, dio con la fórmula en El Código da Vinci y ahora ya puede decir que no sabe lo que son las preocupaciones. ¿Habría conseguido escribir el best seller si no hubiera viajado a Tahití? 

Muchos de ustedes pensarán, al hilo de los ejemplos anteriores, que si no hubieran sido Gates, Fleming o Brown, habrían sido otros y al final se habría descubierto un programa de ordenador parecido al Windows, un antibiótico y un best seller. Otros pensarán que no hay éxito sin un trabajo duro. 

Partidarios de esto último son los españoles Alex Rovira y Fernando Trías de Bes que escribieron hace unos años un libro titulado La buena suerte (Urano). Traducido a 18 idiomas, se ha vendido en 40 países y ha tenido un éxito rotundo. Después de hablar con cientos de personas, los autores trataron de identificar las causas de la buena suerte. Escribieron una fábula y al final presentaron 10 reglas que se pueden resumir en una: hay que trabajarse la buena suerte. 

Porque una cosa es la suerte, como la Lotería, y otra la buena suerte, que es el empeño en crear las circunstancias para que nos pasen cosas positivas. 

En el mundo de los negocios, hay golpes de suerte que son insólitos. Pero siempre hay una persona que se fija en algo que los demás no dan importancia. Creo que ésa es una de las claves del éxito. 

La historia del post-it es un ejemplo. El científico de 3M Spencer Silver había descubierto un adhesivo suave que podía ser usado varias veces pero nadie en la compañía le dio importancia. Un día, Art Fry, uno de sus colegas, estaba en la iglesia tratando de cantar a coro los himnos con un libro de salmodias, pero los marcapáginas se le caían a cada rato. En ese momento pensó en el invento de Silver y rescató el post-it. Hoy es universal. 

¿Lo llamarían buena suerte? 

Creo que gran parte de los productos que nacen cada año y que se convierten en éxitos populares se deben a revelaciones. No son revelaciones místicas, pero desde luego, son ocurrencias que muchas veces no tienen nada que ver con la lógica. Llega un momento en que las ideas se ordenan de otro modo en la cabeza y producen una luz que todos conocemos muy bien, pues la solemos dibujar como una bombilla. 

Cada vez que veo un capítulo de la serie House, me doy cuenta de que sus grandes soluciones a enfermedades indetectables, se deben a revelaciones. El gatillo que desata esas revelaciones siempre es un suceso externo en que se fijan los ojos de House y que se asocia a la solución. 

Aunque parezca increíble, gran parte de los avances científicos se han debido a asociaciones que nacen sin ton ni son, sin causa, sin lógica. 

Werner Heisenberg tuvo Ia revelación de su principio de indeterminación en medio de un ataque alergia colosal que le produjo fiebres profundas. Muchos científicos describen en sus biografías que llegaron a sus fórmulas y descubrimientos en medio de sueños, procesos febriles, casualidades o golpes de fortuna o de manzanas. Pero una cosa es tener la ocurrencia, y otra ponerla en marcha. En el mundo de la empresa, la diferencia es una cuestión de constancia. El nuevo libro de Malcolm Gladwell, autor de La frontera del éxito e Intuición, va por ahí. Se titula Outliers (Hachette Book) y se fija en las personas que han tenido éxito: ¿fue fortuito o se debía a su talento? En una entrevista reciente Gladwell daba la respuesta: entre el amateur y el profesional hay 10.000 horas de trabajo. «Nadie ha sido un maestro de ajedrez sin haber jugado por 10 años» (se puede leer en The Wall Street Journal en español). 

Eso me recuerda lo que me dijo una vez Justo Yúfera, fundador de Seur. En la posguerra se le ocurrió que podía llevar y traer paquetes personalmente por tren de Madrid a Barcelona y viceversa en 24 horas. «¿Y para qué quiero yo tener ese paquete allí tan pronto?», respondieron sus potenciales clientes. En aquella época no había prisa. Fracasó. Tuvo que esperar 30 años para ver que su invento fructificaba. Y entonces la gente le solía decir: «iQué suerte tuviste con la idea del transporte urgente!». Y él respondía: «¡Qué casualidad!, mientras más trabajo, más suerte tengo».

martes, 18 de marzo de 2014

De consumidores a ‘vendemidores’



(Parte de un artículo de Tino Fernández en el suplemento económico de El Mundo del 13 de septiembre de 2009)

La reacción frente a la crisis lleva a otro tipo de tendencias que tienen que ver con la mentalidad emprendedora. Se habla de los 'sellsummers' ('vendemidores' en su acepción castellana) para referirse a aquellos que hacen mucho más que ahorrar en tiempos difíciles. Algunos tienen una curiosa forma de apretarse el cinturón que incluye crear su negocio aprovechando una circunstancia personal o profesional, o para satisfacer una necesidad cotidiana. Esto tiene que ver con las nuevas fórmulas de participación que permite la tecnología, el nuevo poder y la democratización de los consumidores que facilita la revolución online, aderezado con el deseo de ser el propio jefe y de controlar el propio destino. 

Compañías como Parkings-pots.com, en Canadá, o ParkAtMyHouse, que opera en Reino Unido, Canadá, Estados Unidos, Australia y Países Bajos, permiten a los dueños de vehículos alquilar espacios de aparcamiento cuando van a un partido de fútbol o pasan un día de compras en el centro de la ciudad.
Homstie o Store at My House utilizan los espacios privados de gente que los cede para que sirvan de almacén o trastero a otros clientes, mientras que la compañía sueca Single Spot Camping brinda soluciones para aquellos que quieren hacer camping y necesitan un trozo de tierra para plantar la tienda o aparcar la caravana. Esta red de propietarios de terreno tiene la solución. 

Por su parte, los creadores de AirBnB y Roomorama se apuntan al negocio del turismo con una fórmula creativa que cede alojamientos alternativos. En otros lugares existe un mercado rentable para los 'productores privados' de energías alternativas. La microgeneración de energía en casa es una opción adecuada. Y las posibilidades online han impulsado los microalquileres para servicios y productos de todo tipo, e incluso la agricultura tradicional puede renovarse: Veggie Trader es una cooperativa online que ofrece nuevas oportunidades para comerciar con la producción doméstica y hacerla rentable.

domingo, 16 de marzo de 2014

Qué trae la nueva financiación

(Un artículo de Tino Fernández en el suplemento económico de El Mundo del 2 de marzo de 2014)



Entre las medidas aprobadas ayer por el Gobierno que tratan de mejorar la financiación de las pymes destacan dos que sin duda, influirán en la aventura empresarial de los emprendedores y que han tenido desigual acogida entre los afectados. 

Una de ellas es la regulación del crowdfunding, que básicamente fija las obligaciones de las plataformas electrónicas que contactan directamente inversores y proyectos "garantizando que sean transparentes y que los inversores dispongan de información suficiente". Se fijan límites por inversor, tanto por proyecto (3.000 euros) como por plataforma (6.000 euros por año). En general, esta nueva regulación del crowdfunding ha sido mal recibida, ya que puede limitar la capacidad de movimiento de las plataformas dedicadas a esta fórmula de financiación y limitar su crecimiento cuando están en pleno desarrollo. 



Capital riesgo-pyme.
Distinto ha sido el recibimiento que se da a la creación de entidades de capital riesgo-pyme. Una de las asignaturas pendientes para el emprendimiento es el acceso a la financiación, y esta norma pretende crear un canal alternativo a la banca para las pymes que se topan con restricciones al crédito.

Para Carlos Blanco, fundador y presidente en Grupo ITnet, una compañía especializada en juegos sociales tradicionales y de casino online, "una de las cuestiones positivas de la nueva norma es que regula una actividad que hasta ahora estaba desregulada". Blanco explica que se trata de una mezcla de capital riesgo y préstamo: una parte es préstamo y la otra está condicionada al éxito o rentabilidad de la compañía.
Para el presidente de ITnet, "se trata de algo quizá demasiado complejo para aquellos emprendedores que se encuentren en fases iniciales". Blanco tampoco cree que estos fondos vayan a abaratar la financiación: "Se debe explicar que se trata de una financiación más cara que la bancaria".

Ramón Hermosilla, fundador y CEO de HGC Group, coincide en que "el problema no es de precio, sino que no hay financiación. Está claro que los fondos no van a ser baratos, y no estamos hablando de financiación al estilo bancario". 

Hermosilla cree sin embargo que "hay que dar la bienvenida a todo aquello que pueda suponer la llegada de vías alternativas que se intentan estandarizar, sobre todo cuando parece claro que la opción bancaria no estará disponible durante mucho tiempo para creadores de nuevas empresas. Todo lo que sea que los fondos financien a pequeña y gran escala es positivo". 

Para el CEO de HGC Group, "esta iniciativa es lo más importante que ha habido hasta ahora, porque el de la financiación es el mayor cuello de botella que tiene en estos momentos el emprendimiento. Se trata de abrir otro canal de financiación con muchos recursos, y parece que los fondos están muy abiertos a ello".



Iñaki Arrola, fundador de Coches.com y socio del fondo Vitamina K, también considera que "se trata de una iniciativa positiva para muchas empresas de internet que pueden conseguir financiación, y para otras a los que los bancos no prestan. Hay compañías no invertibles por otros medios que pueden conseguir inversores por esta vía. Aunque como inversores nosotros estamos centrados en empresas muy de nicho, lo veo correcto. Puede ser bueno para que aparezcan nuevos inversores". 

Lo que le preocupa a Álvaro Cuesta, CEO de la lanzadera SonarVentures, es que se pueda correr el riesgo de subvencionar la inversión en vez de apoyar la financiación. Argumenta que en los fondos de capital riesgo "se advierte una falta de alineamiento con la pyme. Estos fondos buscan rentabilidad y se dan entre 5 y 10 años para un exit. Les preocupa la venta de la compañía. Además, los gestores de estos fondos están acostumbrados a enfocar sus inversiones hacia la salida de la compañía".

Cuesta explica además que la inversión de estos fondos irá acompañada de servicios de asesoramiento: "El capital riesgo da dinero, pero exige que se apoye en la gestión de esa pyme. Cabe preguntarse hasta qué punto es positiva esa aportación. Puesto que la naturaleza del capital riesgo se enfoca hacia la salida, hay que preguntarse cómo se plantea ese apoyo adicional". 

Otras dudas que se plantea el CEO de Sonarventures es si este tipo de medidas pueden llegar a distorsionar las valoraciones de las empresas, al introducir financiación pública en operaciones de capital riesgo, y se pregunta asimismo si la iniciativa aprobada ayer por el Gobierno está más bien encaminadas a solucionar el acceso al crédito y se refiere más a la competitividad que a la creación de nuevas empresas: "Será necesario apostar por instrumentos que vayan a la financiación de nuevos proyectos, flexibilizando también los requisitos para su creación".

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